
LOS AMORES CRIMINALES DE LAS VAMPIRAS
MORALES
HUGO
ARGÜELLES
PERSONAJES:
María Adelfa
Rosa Fulvia
Ernesto
Javier
Miguel
Elíseo
ACTO 1
La sala
elegante de una casa de arquitectura francesa, fin de siglo XX con ajuar de
muebles victorianos, candil central y diversas lámparas.
Dos
puertas, derecha e izquierda, con correspondientes pasillos, llevan al interior
de la casa. En primer término, la entrada.
Al fondo,
una ventana que da al jardín y parte de la calle. A través de ella vemos una
hermosa fuente de cantera labrada. En la pared central de la sala, presidiendo,
un cuadro, que por ahora está cubierto con una cortina de terciopelo. Por los
diversos muebles (mesas y aparador) hay muchos y vistosos arreglos de frutas y
flores de cera y objetos decorativos de bronce, cristal, porcelana y en el
retrato del padre unas decoradas velas de manufactura
casera.
En primer término, un bastidor de bordado, también siglo XIX, como casi
toda la decoración.
Son cerca de las siete de la tarde.
Viniendo
del pasillo de la izquierda se escuchan unos pasos breves y
firmes.
Una sombra femenina se recorta en la pared y acciona con la mano un
interruptor De inmediato surge un chorro de agua en la fuente y en seguida, se
escucha uno de los conciertos para "pícolo" de Vivaldí (el do menor, primer
movimiento).
Transcurren unos segundos y justo con la entrada del
"pícolo" y chiflando exactamente como él, aparece Adelfa (cuarenta años).
Viste sobria y elegante, con sólo un collar de perlas por todo arreglo. Peinado
recogido atrás. Lleva en las manos una charola de plata con bocadillos de leche.
La deposita en una de las mesas de servicio, sin dejar de silbar siguiendo al
"pícolo", y fuego oyendo la música con visible gusto,
dice:
ADELFA.-(Va hacia la puerta de la derecha y grita) ¡Rosa
Fulvia! ¡Ya te prendí la fuente para que tengas el canto del agua mezclado con
Vivaldi, en tanto bordas! ¿Me oíste? ¡Rosa Fulvia: ya conecté tu
fuente!
Rosa
Fulvia: (38 años), también muy elegantemente vestida, con e[ cabello en rizos
muy bien colocados llevando en sus manos sus telas de bordados aparece
ahora.
ROSA FULVIA
'-¡Ya te oí, "güerquita!!(Canta-)
"Tipitipitin, tipitín
tipitipitin, tipitón
este es el
sonido del fuerte latido de mi corazón" '
¡Nomás que
bájale un poco el volumen a Vivaldi y súbele más la presión al agua!
¿Quieres,> . (Va a su hermana y la besa con ternura. Esta
corresponde)
ADELFA.-(En tanto va al conmutador)
Buki.
FULVIA.-(Eufórica, exaltada) Ahora voy a empezar un bordado con un tema que ... Bueno... ¡Mejor de
plano quítame la música y súbele al chorro! Yo sé lo que necesito ...
(Adelfa obedece)
FULVIA.-(Viendo el grosor del chorro) ¡Magnífico¡ Así
está bien: como un orgasmo continuo ...
ADELFA.-(Escandalizada) ¡Rosa Fulvia! ¿Qué clase de tema vas a bordar?
FULVIA.-(Preparando el bastidor) Algo onírico, María Adelfa ... Algo onírico, pero no exento de cierto
toque erótico. Algo que vi de pronto como un fogonazo... casi, como la llama esa
que sale todo el tiempo de la Fundidora: una intensa eyaculación de luz,
introduciéndose en el cielo ...
ADELFA.-¡Y
aumentando el smog por el que a diario nos chillan los ojos y traemos ardida la
garganta! Es eso ¿no?
FULVIA.-Con
toda franqueza, María Adelfa, en estos momentos no son los problemas ecológicos
los que me importan, sino captar "eso" que vi: un fulgor violáceo coronado de
penachos rojos y naranjas irrumpiendo como ...
ADELFA.-Sí,
sí, ya lo dijiste ... aunque en todas nuestras vidas, ni tú ni yo hayamos
sentido y menos sabido, lo que es un orgasmo. ¿No será que te está afectando el
calor? Hoy subió a 28 grados ... ¡Y apenas estamos en abril!
FULVIA.-Por
eso, mejor me pongo a trabajar cuanto antes, no sea que para la canícula de
mayo, tenga que bordar una orgía. ¡Ey, acuérdame de que me "aprovisione" de
hilos rojos y naranjas ... por si acaso! Súbele-más al chorro
¿quieres?
Adelfa lo
hace. Luego viene hacia ella.
ADELFA.-¿Qué te pasa, "buki"? ¿No dormiste bien? (Transición)
Volviste a soñar con papá. ¿Eh? Es eso, ¿no... ?
FULVIA.-Adelfa, alguna vez cuando niñas ¿tú llegaste a verlo
desnudo?
ADELFA.-(Después de una pausa) Si así fuera no te lo diría.
FULVIA.-
¿Por qué?
ADELFA.-Porque sería un recuerdo muy, muy mío.
FULVIA.-Pero si Compartimos todo ...
ADELFA.-Uno
de esos ... a mí no me gustaría.
FULVIA.-Entonces, sí lo viste.
María Adelfa baja la cabeza y cambia el tono y la actitud. Se
ve de pronto tensa, grave.
FULVIA.-(En lo suyo) Yo ... anoche... pero de niña, nunca.
Y sí ... de eso trató mi sueño...
ADELFA.-(Observándola) ¿De qué?
FULVIA.- Te
digo, de papá ... brotando desnudo de la tierra y como envuelto en una luz azul
y violeta. Crecía ... y a medida que lo hacía, él y todo lo de su cuerpo crecía
... las puntas de las llamas lo acariciaban como lenguas ávidas ... y aquello
era algo que de sólo verlo, me entraba en el alma haciéndola sentirse
rejuvenecida. Desperté con esa sensación de inmenso gusto y con la necesidad
inaplazable de comenzar a bordar...."eso". (Registra sus carretes)
Anoche, como durmió en mi cuarto, antes de acostarme lo medí ... y se había
encogido otro centímetro más. Voy a tener que hacerle un nuevo trajecito para su
actual tamaño
ADELFA.-
Entonces ... ahora ya sólo mide veinte centímetros. ¡Qué
terrible!
FULVIA.-¿Por qué terrible? Mejor ... así cada vez será más como un
muñequito ... ¡Como un "Niño Dios" de "Nacimiento"!
ADELFA.-¡Lo
siento, Rosa Fulvia; pero a mí sí me parece espantoso que papá no deje de
encogerse!
FULVIA.-También deben ser efectos del brebaje ése
¿verdad?
ADELFA.-Seguramente. (Pausa) ¿Hasta cuándo
parará?
FULVIA.-Ve
tú a saber. Si después de treinta años todavía sigue, a la mejor nos morimos tú
y yo y "eso" continúa achicándolo.
ADELFA.--¿Quién puede saberlo, claro? Y ni modo de preguntar,
porque ...
FULVIA.-¡Cállate la boca! ¿Cómo crees?
ADELFA.-Es
nuestro secreto, sí ... Y además ¿cómo explicar algo así?
FULVIA.-¿Cuál explicar? ¡Antes de eso ya estaríamos en el centro
del escándalo ... y refundidas en la cárcel!
ADELFA.-(Preocupada) Además, para eso tendríamos que
consultar a un especialista...y en todo Monterrey ... ¿dónde podríamos encontrar
uno graduado en medicina jíbara?
FULVIA.-Al
paso que están las cosas para esos pobres indios, ni aquí, ni en el Amazonas ...
Ya viste que en la televisión salió que los están exterminando. Adiós aquello
de (canta) "y alegre, el jibarito va... "
ADELFA.-En
fin, hay que aceptar que papá se sigue reduciendo ... pero a mí no deja de
parecerme algo ... siniestro.
FULVIA.-Porque no quieres verlo como lo que ya es: un muñequito
encogido, sí, pero aún todo arrugado; muy requete precioso.
ADELFA.-Digas lo que digas, yo creo que tú tampoco lo aceptas así;
por eso en tus sueños lo viste que crecía ...
FULVIA.-Tal
vez, pero sin duda lo disfruto más: en la realidad como está. Y en los sueños,
como lo veo ...como quien dice: lo gozo al doble. Tú deberías hacer otro
tanto.
ADELFA.-(Seca) Yo hace mucho que ya no tengo sueños. Ni de
éstos ni de los otros. (Permanece tensa, acariciando su collar. Fulvia,
notando esto, muy amable toma una canasta con frutas de cera y se las acerca al
tiempo que le dice)
FULVIA.-Ándale, no has terminado tu arreglo éste.
ADELFA.-Ya
he hecho tantos ... (Suspira y con gesto señala los de alrededor) ¿Y qué
caso tienen?
FULVIA.-Decoran y te quedan muy lindos. Ándale ... ¿quieres que
para que estés tranquila me ponga a matar las moscas, para que no te molesten
mientras trabajas? ¿Quieres?
ADELFA.-No,
"buki", gracias. (Transición) No te preocupes tanto por mí
...
FULVIA.-Apenas para corresponderte. Tú haces otro
tanto.
ADELFA.-Pero a ti sí te gusta que te mimen y a mí no. A veces me
empalagas con tantas atenciones. (Transición) No ... perdona ...
no quise decir eso ...
FULVIA.-YA
lo sé... (Sonríe y canta) "Miénteme una eternidad, que me hace tu maldad
feliz"...¡Y sí te voy a matar unas cuántas moscas, para que te animes y ya te
pongas a trabajar!
Y sin más
toma un matamoscas y las ataca corriendo por el cuarto, al tiempo que furiosa,
les grita mientras las mata:
FULVIA.-¡Fuera de aquí! ¡Malditas! ¡Invasoras! ¡Fuera! ¡Muerte al
enemigo! ¡Eso! ¡Y otra! ¡Y otra! ¡A morir, moscas "pichueleras"! (Va a Adelfa
y le muestra) ¿Ves? En unos segundos acabé con
cinco.
ADELFA.-Guárdalas con las otras; en la noche se las daré a los
sapos del jardín.
FULVIA.- (Guardándolas en una caja) Aquí nada se desperdicia. (Transición) Así nos enseñó papá
¿verdad?
ADELFA.-Así, ni más ni menos. Entonces, yo no entendía su
preocupación por no desperdiciar nada ... y a veces, sí me parecía
exagerada.
FULVIA.-Eramos tan niñas, Adelfa ... So babys.
ADELFA.-Tuve que crecer, tuve que aceptar el tener que regresar
aquí para empezar a comprender el origen de esa constante-preocupación. Y al fin
entendí, que claro, estaba motivada -como en todos-por este clima de contrastes
violentos. Porque a una mañana fresca le sigue un mediodía de calores ardientes,
una tarde brumosa y una noche a veces más cálida... o a veces con lluvia y
entonces venía aquello... "estate prevenido ... no se sabe qué pueda
pasar...ahorra, no desperdicies... y si juntas un poco más, gózalo pronto,
porque en seguida vas a tener que empezar a guardar de nuevo ... porque aquí
nunca se sabe" Me parece estarlo oyendo aconsejar a mamá. Hay que vivir aquí
para entender preocupaciones así. (Transición) Pobre papá ... ¿Y de qué
le sirvió ahorrar tanto...y andar tan enajenado con su puesto de gerente? "¡A
los cuarenta años!, nomás", decía muy orgulloso como para él solo y a lo más ...
dedicarnos diez minutos diarios cuándo llegaba a comer. (Triste) ¿Dé-qué
le sirvió tanto afán?
FULVIA.-Pobre. Era todo un esfuerzo el que hacía para compartir con
nosotras sólo diez minutos ...
ADELFA.-Y
con sólo diez minutos tuvimos para matarlo.
Hay una
pausa, Las dos se ven y eluden la mirada. Fulvia borda, luego
dice:
FULVIA
'-¿Estás con ánimos de recordar?
ADELFA.- Sí
... y lo necesito.
FULVIA.-¿Otra vez?
ADELFA.-Tú
lo ves en sueños; yo prefiero revivirlo así ...
FULVIA.
Bueno ... (Como quien dice algo que ha repetido mucho) Cuando lo matamos,
estábamos muy chicas ... tú diez y yo ocho anos... ¡No sabíamos lo
que
hacíamos! ¡Convéncete ya, porque yo sí me niego a sentirme culpable! ¡Ya no! ¡Ya
nuestra madre se encargó de amargarnos la vida haciéndonos sentir esa culpa! ¡Yo
ya no quiero... no ... !
Tiene un
acceso como de niña histérica, Adelfa corre a abrazaría y
tranquilizaría.
ADELFA.-¡No
... cálmate! ¡Claro que no tuvimos la culpa! ¡Claro que no! ¡Cálmate Rosa
Fulvia, cálmate!
FULVIA.-(Como chiquita) Yo sólo quería que le supiera mejor la sopita que te preparamos jugando a
la comidita.
ADELFA.-Yo
también, Rosa Fulvia, yo también. Lo hicimos por darle un gusto a papito como
todo lo que hacíamos para él ... para tenerlo contento.
FULVIA.-Yo
sólo quería que le supiera mejor la sopita ... Mamá, en la que hacía, metía los
huesos de las reses para darle sabor. Y por eso te dije: ¿Y si metemos en la
sopa una de las cabecitas ésas que tiene papá en la biblioteca ...
?
ADELFA.-Y
yo estuve de acuerdo, también por aquello de los huesos. Y fuiste por una ... y
yo fui la que te dije que mejor trajeras las tres de su colección ... Tal vez si
sólo hubiéramos metido una ...
FULVIA.-Una
o tres, hubiera sido igual. ¡Esas cabecitas jíbaras estaban impregnados de
curare! ¡Estaban llenas de ese veneno para reducirlas de
tamaño!
ADELFA.-¿Qué podían saber unas pobres niñas de las costumbres de
esos indios?
FULVIA.-Por
eso: una o tres. Si papá no las hubiera coleccionado.
ADELFA.-Murió esa misma noche ... como fulminado. Espérate, no
hables ahorita: déjame recordarlo un momento así. (Pausa. Lo
hace)
FULVIA.-(Después de una pausa) Todavía oigo a mamá, diciendo: "Lo mató el exceso de trabajo,
eso fue lo que le provocó el infarto".
ADELFA.-Yo
todavía la oigo cuando para darle ánimos, después del entierro, le ofrecimos la
sopa que hicimos para ella ... (Sonríe pícara)
FULVIA.-Metiendo y sacando de nuevo las cabecitas en el agua
hirviendo...
ADELFA.-(Ríe para sí) Y al vernos hacer eso, todavía
oigo sus gritos y siento sus golpes, y cómo nos culpaba de haber envenenado a
papá. Todavía la oigo yéndose sobre nosotras, furiosa por lo que habíamos hecho
...
FULVIA.-¿Te
digo una cosa? Menos mal que por su ambición esa de querer manejar los negocios
de papá ... ella sí se murió de un infarto.
ADELFA.-(Obsesiva) Diez años después. Y ella sí ... por exceso de
trabajo.
FULVIA.-¡Por exceso del miedo ... que ya nos tenía! (Ríe pícara
y en seguida busca la sonrisa cómplice de su hermana)
ADELFA.-¿Tú
también ... te diste cuenta que fue por eso? Nunca me lo habías
dicho.
FULVIA.-Cambió tanto con las dos después de la muerte de papá ...
El modo acusador como nos veía ...
ADELFA.-Y
siempre eludiéndonos. Entonces... ¿sí te dabas cuenta?
FULVIA.-Y
mandándonos de internas con las monjas, para tenernos siempre lejos ... lo más
lejos posible: Suiza, Canadá, España ...
ADELFA.-Nos
cobró pánico. Eso fue. Pero nunca me dijiste ...
FULVIA.-(En lo suyo) Evitó el escándalo... pero
la pagamos peor. Por eso te digo: mejor que se murió. (Pausa) Ella se volvió nuestra enemiga: pero... yo sí creo que papá nos hubiera
perdonado...
ADELFA.-Claro que sí. ¿Qué íbamos a saber entonces lo que hacíamos?
Hoy mismo: ni siquiera podemos saber cuándo dejará de seguirse
reduciendo.
FULVIA.-Lo
mejor que pudimos hacer fue exhumarlo y traerlo a vivir con nosotras. Fue una
buena idea tuya,
ADELFA.-Me
pareció lo lógico.
FULVIA.-
Nos llamaba a su lado ...
ADELFA.-Tú
lo sentiste así también ¿verdad?,
FULVIA.-Te
lo dije, te lo dije cuando -entonces hablamos de esto: que él nos jalaba, que
nos quería reunir aquí, con él en esta su casa.
ADELFA.-El,
claro, él, no nuestra culpa (Pausa) ¿Lo sigues sintiendo así, verdad?
...¡El nos unió! ¡Lo sigues sintiendo así, verdad Rosa Fulvia?
FULVIA.-¡Te
lo he dicho-siempre!
ADELFA.-Es
que ... ese sueño de anoche ... y ésta mí constante necesidad de estarlo
recordando ...
La ve. Fulvia está con la vista fija en el
cuadro.
ADELFA.-(Después de una pausa) Hermana: la culpa nos volvió
lo que somos.
FULVIA.-(Contesta como si recitara una salmodia hace tiempo aprendida) Y lo que
somos nos volvió una sola.
ADELFA.-(Mismo tono y ritmo, como de ritual) Porqué fuimos
fuertes.
FULVIA.-(Canta) "Tú me acostumbraste a todas estas cosas...
ADELFA.-(Sonriendo comprensiva) "Tú me enseñaste que son maravillosas ...
FULVIA.-Nos
compensamos una a otra.
ADELFA.-Nos
costó, pero lo logramos.
FULVIA.-Y
eso ha sido como derrotar a mamá.
ADELFA.-Como rescatar a papá.
FULVIA.-Derrotar a mamá.
ADELFA.-Rescatar a papá.
FULVIA.-(Entusiasta) ¡Y más ... mucho más: todo lo que hemos formado entre las
dos!
ADELFA.-¡Y
más ... mucho más: todo lo que le hemos ganado a la vida ...
FULVIA.-¡Y
lo que le seguiremos ganando!
ADELFA.-(Categórica) ¡Amén!
FULVIA.-(Viéndola con ternura) ¿Qué más quieres recordar? Dime. Ándale. Lo que importa es que te
sientas bien ...
ADELFA.-Quiero ... (No se atreve)
FULVIO.-Sí,
chulita ...
ADELFA.-Quiero recordar cuando al abrir la tumba de papá ... diez
años después de su muerte ...
FULVIA.-(Natural) Lo encontramos reducido a la mitad de su tamaño.
ADELFA.-El
curare había seguido haciendo su efecto.
FULVIA.-(Sonriendo, feliz) ¡Y todavía sigue ... y gracias a eso ... tenemos un maravilloso papá,
como escapado de un cuento de hadas! Alguien ... casi un duende, que
está como dormido en su cajita de vidrio.
Va a la pared central, corre una cortinilla y aparece
el retrato del padre a los cuarenta años y bajo él, una pequeña caja de cristal
en forma de ataúd, con un reducidísimo cadáver dentro. Fulvia, sonriendo, toma
la cajita, contempla el interior, te hace unos
guiños cariñosos y la lleva frente a Adelfa.
FULVIA.-Míralo: ¿no se ve precioso? Dale su beso de las buenas
tardes.
ADELFA.-(Conteniéndose) Tal vez sea mejor que ya no lo
sigamos recordando FULVIA.-Claro que para ti, es lo mejor; si no, luego te
inquietas mucho. (Con gran ternura) Ándale, dale su besito a papá...y
piensa que sea como sea, él sigue con nosotras.
Adelfa
sonríe, toma la cajita y la besa. Instantáneamente parece
serenarse.
FULVIA.- (Observando la reacción de su hermana) Aunque esta semana le toca dormir en mi cuarto, si quieres te lo
presto. Tal vez por ahora tú lo necesitas más que yo.
ADELFA.-(Conmovida) Mil gracias, Rosa Fulvia...mil
gracias.
FULVIA.-(Animada) Entonces... si ya estamos mejor... (Le
quita la cajita y la vuelve a su lugar bajo el cuadro: luego, cierra la
cortinilla) ¡Cada una a sus labores ... como todas las tardes a esta hora!
¿De acuerdo?
ADELFA.-Como todas las tardes a esta hora.
FULVIA.-Y
como todos los martes, a las nueve, llegará nuestro eterno pretendiente. Mejor
nos apuramos para que nos dé tiempo de prepararle "sus"
natillas.
ADELFA.-¿No
crees que se haya aburrido de los dulces de leche? Lleva diez años comiéndolos.
Le va a dar diabetes.
FULVIA.-Pues
si le da, pensará que fue por su profesión de pastelero. Y ni te preocupes: ése,
con tal de agradarnos, se comerá lo que le demos: ¡Piedras del Cerro de la Silla
que fueran!
ADELFA.-Es
cierto. (Molesta) Todo por el puro interés en nuestro
dinero.
FULVIA.-(Riéndose) ¡Si supiera que ya todo lo tenemos dispuesto con el notario, para que a
nuestra muerte pase a obras culturales.
ADELFA.-(Riendo) Si lo supiera; pero como no es así ...
mientras, que nos siga sirviendo de entretenimiento. (Transición) ¿Te vas
a caracterizar hoy de alguna heroína de telenovela?
FULVIA.-No,
con Ernesto, de plano, ya no; luego ni se sabe lo que tiene que contestar, no
tiene capacidad para improvisar. Mejor una ópera, porque ya con el libreto,
aunque sea en italiano, francés o alemán, no tiene más que repetir el diálogo,
aunque, por supuesto, nunca lo pronuncie bien.
ADELFA.-¿Y
de cuál te vas a vestir hoy?
FULVIA.-De
"Traviata". Lo que más le gustaba a papá.
ADELFA.-¿Ya
la repasaste?
FULVIA.-"¡Chertamente!" Y tú, ¿qué poesías vas a declamarle a
nuestro pretenso?
ADELFA.-Las
"Coplas de Jorge Manrique".
FULVlA.-¡Ay, ya cámbiale! ¿No?
ADELFA.-Pues Manrique no hizo más que ésas a la muerte de su
padre.
FULVIA.-¿Y
cuando se le murió la mamá? ¿No le escribió algunas?
ADELFA.-Tal
vez la mamá murió antes de que él hiciera coplas.
FULVIA.-Ese
ha de haber sido como nosotras, ¿verdad? (Ríe) No tuvo madre. Entonces,
como siempre: Le pondrás a Ernesto una máscara de calavera. Aquí las tienes.
(Le da una que saca de una cómoda)
ADELFA.-No
... hoy me gustaría más probar teniéndolo de cadáver.
FULVIA.-(Después de una pausa) Sí se parece un poco a papá. Digo, como era ...
¿verdad?
ADELFA.-Sí
... pero sólo en el físico. Por eso me pareció que como cadáver... para motivar
mi actuación en las "Coplas"... se vería perfecto.
FULVIA.-Tienes razón. Bueno, pues mientras: tú a tus flores y yo a
mis bordados.
Adelfa la ve, asiente y tomando las flores de cera
comienza a disponerlas artísticamente. Fulvia a su
vez, vuelve a su bastidor. Hay una pausa. Luego:
ADELFA.-Rosa
Fulvia: I love you so much.
FULVIA.-Yo
también "güerquita". Yo también.
Y cada una se concentra en su labor, en tanto se oye el canto
de la fuente. Luego suena el timbre.
ADELFA.-¡Ya
llegó Ernesto!
FULVIA.-Más
vale tarde que nunca.
ADELFA.-¡Moncha, abre la puerta, la principal!
(Salen)
Entran tres hombres, todos sobre cuarenta años. Son: Miguel, comerciante; Javier, el fotógrafo y Er nesto, el pretendiente
pastelero. Todos visten conservadoramente.
Ernesto, el pastelero, efectivamente recuerda en ciertos rasgos al retrato del padre. Tiene algo de la elegancia y finura
de tipo de éste.
Javier, el fotógrafo, es como un gran bebé, sonro sado e infantiloide, de marcado acento norteño y aire campirano.
Miguel, el comerciante, tiene un aire torvo, combinado con una mezcla de fría
socarronería. ,En estos momentos observan la casa,
tocan y revisan los objetos y husmean por todas
partes.
ERNESTO.-¡Ya dejen de agarrar las cosas, no sea que se vayan a dar
cuenta!
JAVIER.-Uy
sí... y nos chupen las "vampiras" ...¡qué miedo! ¿No?
MIGUEL.-¡Están podridas en dinero estas viejas "ranflas"! ¡Nomás en
muebles, bibelots y butades y chácharas, aquí hay millones!
ERNESTO.-Pues es que heredaron mucho. Por eso pueden vivir de sus
rentas.
MIGUEL.-Pues ya conduce al tálamo a cualquiera de las dos pero no
sigas perdiendo el tiempo "Tempus Fugits", remember.
JAVIER.-¡De
plano que es ser "mamucas"! ¿No se te hace que diez años de pretendiente es todo
un récord?
MIGUEL.-"Este-nosate" a lo que sea, para que en cuanto estés
riquillo nos eches una manita.
JAVIER.-Pero que no vaya a ser una de las que se dice por ahí, que
se han chupado éstas. (Ríe)
ERNESTO.-Puras habladurías; las infelices en su vida han sabido lo
que es un hombre. Para ellas no hay más que: (Las imita) "Sí chulita" ...
y en seguida la
otra: "Como
quieras, buki".
MIGUEL.-Entonces ... qué se me hace que lo que no necesitan es un
hombre.
JAVIER.-Y
por eso lo tienen a él. (Ríe) Por ahí dicen que "ya no paraguas"
...
ERNESTO.-¡Órale!
MIGUEL.-¡Es
que de plano, Ernesto: tanto aguantarlas y no ver claro!
ERNESTO
-Bueno ... me divierten. Si no fuera por ellas ¿de qué les platicaría a ustedes
cuando nos juntamos a matar el tiempo en la cantina? En cambio, así, cada
martes, con sólo imaginar el pastel fálico que les traeré al visitarlas. Que si
"el niño envuelto", que si "el brazo de gitano" ... Y cómo lo haré ... y cómo
encubriré y decoraré el símbolo" para no ser obvio ... y después ... las
reacciones de ellas al comerlo y que mientras lo hacen, ni registran la
insinuación.
JAVIER.-¡Eso te crees tú! Como buenas burguesas han de ser
re-voraces y lúbricas.
MIGUEL.-Con
todo, es medio "masoco”, ¿no.
JAVIER.-¿Acaso te gustaría que te lo masticaran? Porque entonces,
báñate de chocolate "ahí" ... y te les presentas con un listón. Y a ver si ya
entienden. MIGUEL.-Raras sí son, y por lo mismo: sospechosas, suspensivas,
sibilinas.
ERNESTO.-Lo
que pasa es que, con veinte años de vivir aquí y sin que se les conozca nada ...
pues no faltan quienes les inventen historias.
MIGUEL.-¡Con veinte años de vivir encerradas aquí ... lo que no
habrán hecho! Las muy ... Pues son humanas ¿o qué no?
JAVIER.-No,
son vampiras. "Las vampiras morales" (Ríe)
MIGUEL.-¿Qué pasó con aquellos criados que tenían? El jardinero, el
chofer, la galopina? De pronto, ya nadie supo más de ellos.
ERNESTO.-¡Ah, cómo serán, "raza"! Pues ellas les dieron su
gratificación y los regresaron a sus pueblos, porque decidieron que solas se
bastaban y no querían más servidumbre que la criada que nos abrió la
puerta.
MIGUEL.-(Pícaro) ¿Se bastaban? ... ¿la una a la otra? Yo
insisto... sáficas vemus.
(Ríe
maliciosamente)
ERNESTO.-¡Cómo les gusta "viborear", qué bárbaros! Se bastaban para
atender la casa y eso han hecho desde hace años. Nomás dejaron a la Moncha
que les hace los mandados.
JAVIER.-Eso
es lo que te dicen.
MIGUEL.-Y
es muy raro, rarísimo, rarisísimo, que ninguna de las dos te haya dado el dulce
"sí".
ERNESTO.-Sí
... indecisas sí son.
JAVIER.-Nomás te traen "de la seca a la meca".
MIGUEL.-Lo
que pasa es que se han de haber "dado color" que nomás las cortejabas por el
puro interés. Y seguro que entonces decidieron divertirse con tus ganas. Tal vez
por tu ingénita torpeza, les desencadenaste un proceso lúbrico,
reversivo.
ERNESTO.-¡Bueno, ya! Procuren aparentar que son decentes porque no
creo que tarden en aparecer.
JAVIER.-¿Y
a quién te toca ver hoy? ¿A la que recita poemas macabros o a la que le encanta
leer óperas?
ERNESTO.-Se
supone que a la de las poesías tétricas: María Adelfa.
MIGUEL.-¿Y
es cierto que según la puerta que toques, es a la que vienes a
visitar?
ERNESTO.-Pues ... es un acuerdo entre los tres, sí. Si toco por la
del fondo, la visita le corresponde a Rosa Fulvia... y si es por la puerta
principal, le toca a María Adelfa, que por ser la mayor, tiene ese
derecho.
JAVIER.-¿Así lo determinaron ellas?
ERNESTO.-Así ... y los tres de mutuo acuerdo.
MIGUEL.-¡Viejas zafadas! ¡Todo se les va en rarezas! ¡Eso de que
con tantos millones se cocinen y atiendan solas ...
JAVIER.-Eso
de que quieran seguir de solteronas ...
MIGUEL.-Eso
de que ninguna se decida a casarse contigo ...
JAVIER.-Ni
con ningún otro.
MIGUEL.-No
demuestra más que: o que están locas ... esquizoides, oligofrénícas,
paraplégicas o cuando menos paranoicas.
JAVIER.-O
que sí son un par de vampiras encubiertas, como se dice por todo
Monterrey.
ERNESTO.-Pues, para mí sólo siguen siendo dos prometedores
proyectos para subir de nivel -económico. (Pausa) Llevo años sintiéndome
sólo el tornillo de un engranaje.
JAVIER.-Es
lo que nos pasa a casi todos aquí.
MIGUEL.-Yo
vendo todo tipo de aparatos eléctricos y sé, por mi matrícula, que pertenezco al
"Grupo Garza Luna" pero de ahí a ...
ERNESTO.-A
sentirte tú y no un tornillo ... y ésa es la distancia que se puede salvar con
los millones que éstas tienen.
MIGUEL.-Es
humillante estar en la-pinche dependencia económica.
ERNESTO.-Lo
malo de nosotros es esta inconformidad que tenemos. A veces me digo si no sería
más cómodo aceptar que fracasamos en nuestras inquietudes ... y conformarnos con
lo que somos. Después de todo, nos conocemos desde jóvenes y entre nosotros no
podemos engañarnos, porque ... es ridículo que con cuarenta años, todavía tú,
Tomás Javier, sigas pensando en que un día podrás ponerte a pintar los cuadros
selváticos que imaginaste cuando joven. O tú Miguel, ser el economista que
México esperaba, o yo mismo, el diseñador de interiores que ya no fui. No
pudimos, no le echamos ganas a lo que queríamos, o no teníamos
talento.
MIGUEL.-Cállate ya. Simplemente no tuvimos
suerte.
JAVIER.-O
relaciones. ¡Todo en este corrupto país es asunto de palancas, padrinazgos y
nepotismos!
ERNESTO.-Sea como sea, somos lo que somos y a nuestra edad, andar
todavía con esos sueños ...
MIGUEL.-¿Tú
puedes resignarte?
ERNESTO.-¡No, si no, no estaría aquí tratando de agarrar a una de
estas cacatúas!
De pronto
aparecen Adelfa y Fulvia.
Adelfa,
como "Jorge Manrique": con peluca corta y vestuario del siglo XVI. Fulvia como
"Violeta", de "Traviata". Ambas llevan abanicos en sus
manos.
Al ver a
los otros, se sorprenden desagradablemente.
ADELFA.-(
A Ernesto) ¿Qué significa esto? ¿Cómo se atrevió a introducir a la
sala a estos señores sin consultárnoslo antes?
FULVIA.-¡
Ernesto, por Dios: esto es un evidente abuso de confianza! ¡Y mira además, cómo
nos encuentran!
ERNESTO.-(Servil y muy amable) María Adelfa ... Rosa
Fulvia ... ruego encarecidamente a ustedes me disculpen; pero ellos tenían
tantas ganas de conocerlas, de saludarlas, de ponerse a sus
órdenes,.
MIGUEL.-(Rápido) Es un inusitado y excitante honor,
señoritas Morales. Créannos.
JAVIER.-Toda una ansiada distinción. De veras.
ERNESTO.
Ellos son también personas que aman la buena música ... la alta poesía ... como
les he platicado de nuestras representaciones privadas ...
ADELFA.-Aun
así, primero tenía usted que habernos solicitado el permiso.
FULVIA.-Porque ocurre que ya, para recibir a tres hombres ... nos
hubiéramos arreglado de otro modo. Yo me habría vestido de "Carmen". (Toma
un clavel y tararea la de Bizet)
ADELFA.-Y
sobre todo, que no nos parece conveniente.
FULVIA.-Por
muy amigos suyos que sean.
ADELFA.-De
modo que, señores ... (Les indica la puerta)
FULVIA.-Muy
buenas noches.
ERNESTO.-Es
que ...
ADELFA.-(Categórica) ¡Por favor!
Javier y
Miguel se ven entre sí, pero se resignan y salen besando la mano a una y a otra.
En cuanto han salido, Adelfa, tensa, se vuelve a Ernesto y le
dice:
ADELFA.-¡Espero que no vuelva a ocurrírsele algo así en toda su
repostera vida!
FULVIA.-¡Ay
Ernesto, por Dios! ¡Qué sofoco nos hizo pasar!
ERNESTO.-(Muy molesto) ¿Saben qué fecha es
hoy?
ADELFA.-22
de abril de 1983.
FULVIA.-Y
martes, si el calendario no miente.
ERNESTO.-(Trabajo) ¿Y no les dice eso nada?
ADELFA.-¡Al
grano, por favor!
ERNESTO.-Hoy cumplimos diez años de ... Bueno, usted y yo Adelfa
...
ADELFA.-(Como sí nada) ¿De qué?
ERNESTO.-De
que vengo pretendiéndola. Por eso pensé que ... Traer a mis amigos, para
celebrar un aniversario así ...
ADELFA.-¿Y
qué pensarían sus amigos si supieran que dentro de un mes se cumplen nueve años
de que empezó a pretender a mi hermana? ¿También los traería para celebrar ese
otro aniversario? ¿No le parece ridículo?
FULVIA.-Sí,. Ernesto, que esas cosas sucedan entre nosotros, pues,
son parte de nuestros "private games"; pero de ahí a que se entere todo el mundo
... ¿en qué cabeza cabe?
ERNESTO.-(Después de una pausa. Sarcástico) ¡Nuestros juegos privados!
FULVIA.-(Le extiende un libreto) Hoy nos toca
"Traviata". La Callas, ya está en, el tocadiscos,
aguardándonos.
Ernesto toma
el libreto con molestia, en tanto Fulvia coloca unos atriles para la
lectura.
ADELFA.-(A Ernesto) Posteriormente tomaremos unos
canapés y en seguida, usted será el padre de Jorge Manrique.
ERNESTO.-¿El padre de quién?
ADELFA.-El padre difunto del poeta a quien ahora yo represento. Ya
sabe: el de las coplas que ...
ERNESTO.-(Tenso) Ah ... ¿ya no seré la muerte
enmascarada?
ADELFA.-Pensé en este cambio para tener una
variante.
ERNESTO.-¿Y
pensó usted en mí, muerto?
ADELFA.-Bueno, no en usted, sino en el padre ...es decir: usted
como el cadáver del señor Manrique, tendido sobre esta mesa. Y así, yo estaría
más apoyada para mi declamación.
ERNESTO.-¡Me niego! ¡Absolutamente me niego!
ADELFA.-(Amenazante) Piénselo bien.
FULVIA.-Es
tanto como desairarnos y lo que le haga a mi hermana, me lo hace a mí
...
ERNESTO.-¡No tengo inconveniente en leer otra vez con usted el
libreto de cuanta ópera quiera representar; pero de ahí a que luego y en calidad
de póstumo ... ! ¡No Adelfa ... y menos con usted, que fue quien estuvo tan
radicalmente opuesta a mi deseo de presentarle a mis amigos!
ADELFA.-¡Fui muy clara! ¡Y que no vuelva a ocurrir algo semejante o
damos por terminada nuestra relación! (De un golpe cierra su
abanico)
FULVIA.-¡Y
otro tanto la nuestra! (De un golpe cierra a su vez su
abanico)
ERNESTO.-Un
momento, si son tan amables ... ¿Podría indicarme una y otra, cuál es la clase
de relación que tenemos?
ADELFA.-Usted me pretende desde hace diez años.
FULVIA.-Y a
mí, desde hace nueve.
ADELFA.-Pues a esa clase de relación nos referimos. Usted es
nuestro doble pretenso.
FULVIA.-Más
doble que pretenso.
ERNESTO.-Sólo que hay una cosa, querida Adelfa y dilecta Fulvia:
¿con cuál de ustedes es con la que se supone que puedo considerarme
comprometido?
ADELFA.-Ay,
por favor Ernesto, ya hasta ese punto, con ninguna; creo yo.
FULVIA.-Que
yo sepa, lo nuestro no ha pasado de ser más o menos, un
"flirt".
ERNESTO.-¡Que pueden ustedes seguir manteniendo como tal, por todos
los años que les siga dando la gana! ¿No es así?
ADELFA.-¡Ernesto! ¿Qué significan esos arranques y tales preguntas
insidiosas?
ERNESTO.-¡Significan que estoy harto de que además de que me hagan
perder mi tiempo, todavía encima me pongan en ridículo delante de mis
amigos!
ADELFA.-No
se hable más de este asunto, porque es francamente espinoso.
FULVIA.-¡Aquí no entra más hombre que usted!
ADELFA.-O
de lo contrario, en poco tiempo estaríamos invadidas.
FULVIA.-Como sería lógico pensar, con dos mujeres solas y
solteras.
ADELFA.-Y
ricas.
FULVIA.-Y
en Monterrey.
Se ven
entre sí, tensos.
FULVIA.-Mejor demos por olvidado este incidente ... ¿Tocó usted por
la puerta de enfrente, verdad? María Adelfa: tienes visita.
ADELFA.-(Como en un viejo juego establecido entre ambas)
Gracias, Rosa Fulvia ... Pero desde luego, si quieres,
puedes quedarte a hacernos compañía.
FULVIA.-No
querida, te lo agradezco, pero otras labores reclaman mi tiempo. Disfruten ...
disfruten ustedes "a tout a l'heure”.
ERNESTO.-(Imitándolas) "Entonces,. . descansa, chulita".
(Finge un beso en la mejilla) "Y tú otro tanto buki". (Lanza otro
beso)
ADELFA.-¡Me
parece Ernesto, que si continúa portándose como un macaco irredento, hoy no
tendré ningunas ganas de asomarme con usted a la terraza para contemplar la
luna!
ERNESTO.-¡Caray Adelfa! ¡Es que todo lo que hacen ustedes conmigo
es como para volver loco a cualquiera! ¡Y ya no voy a tolerarlo
más!
ADELFA.-(A Fulvia) En tales condiciones, a mí no me
interesa tener su visita ¿a ti sí, chulita?
FULVIA.-(Encogiéndose de hombros) Bueno ... si hay que sacrificarse ...
ADELFA.-Siendo así, ¡sacrifícate!, soy yo la que se retira. Buenas
noches.
FRNESTO.-¡Pero...!
ADELFA.-Soy
mujer de una palabra: ¡Buenas!
Y sin más, muy digna, sale de la habitación
quitán dose la peluca con un gesto imperativo.
Ernesto se vuelve a Fulvia y le dice.
ERNESTO.-¡Aquí lo que ha faltado, es que yo, me
imponga!
FULVIA.- (Burlona) Trata. (Y lo ve
retadora)
ERNESTO.-¿Crees que la paciencia de un hombre no tiene
límite?
FULVIA.-En
tu caso, todavía va para largo. Y te voy a decir por qué. Porque durante todos
estos años no has hecho otra cosa que mostrarnos hasta dónde eres un
tipo servil y arribista, siempre dispuesto a some terte a nuestros caprichos,
con tal de llegar a obtener a una u otra, o mejor dicho: a nuestro
dinero.
ERNESTO.-¡No es cierto!.
FULVIA.-Ay... (Canta) "Cómo es cruel la incerti dumbre". Y
mejor no hagas más evidente tu índole de trepador ¿quieres? ¿Qué
pasó el día en que le preguntaste a Delfa si de llegar a casarte con ella, sería
con bienes separados o mancomunados?
ERNESTO.-No
pasó nada, que yo recuerde.
FULVIA.-Aparentemente; pero desde esa vez, Adel fa decidió que nunca te daría el
"sí".
ERNESTO.-
(Desolado) No puede ser...
FULVIA.-Ni
pongas esa cara porque ya resulta ... extemporáneo.
ERNESTO.-¿Y
por qué a pesar de eso ... ?
FULVIA.-¿Te
ha seguido recibiendo? Obvio: porque al menos le sirves para entretenerse.
¡Bufón!
ERNESTO.-¿Y
contigo?
FULVIA.-(Después de una pausa en que lo ve)
Posiblemente yo sí me decidiera a comprarme un marido, contrato de por medio; o
en tu "lenguaje": matrimonio con bienes mancomunados. Pero en tal caso, él
tendría que comprometerse a cumplir con ciertas condiciones
...
ERNESTO.-¿Como cuáles?
FULVIA.-
.-Desde luego, vivir aquí.
ERNESTO.-(Rápido) Aceptado
FULVIA.-Y
con mi hermana, de la que no pienso separarme mientras viva.
ERNESTO.-Aceptado también.
FULVIA.-Pero no sólo vivir en el sentido cotidiano del término,
sino convivir, en todas las acepciones que esto indica. (Lo
ve)
ERNESTO.-¿Quieres decir... un marido.. para las
dos?
FULVIA.-Exacto.
ERNESTO.-¿Y
una y otra usándome a discreción ...
FULVIA.-
Tal cual lo hemos hecho a lo largo de estos años; pero ya así... incluyendo todo
lo demás... Of -Course.
ERNESTO.-¿Sin considerar lo que yo decidiera o
deseara?
FULVIA.-Para eso te contratarías ¿no?
Ernesto la
ve conteniendo la ira que le invade.
ERNESTO.-(Después de una pausa) ¿Qué... qué se han creído que son las dos? ¿Eh? (Va hacía ella)
Comprar y ya ¿no?
FULVIA.-La
idea es mía.
ERNESTO.-¡Sí, cómo no! ¡Pero con esto lo que me demuestran es que -
- bien que saben lo que sí les está haciendo falta! ¡Y también yo lo sé! (La
toma por los hombros con energía)¡Y lo van a tener! ¡Porque es lo
primero que debí haber hecho desde que entré esta casa! (La
abraza)
FULVIA.-(Asustada) ¡Ernesto! ¡Déjame! ¡Suéltame! ¡Bellaco! ¡Zafio!
¡Patán!
Pero él sin más, la avienta sobre el sofá y en seguida
se acuesta sobre ella tratando de abrirle el ves tido. Fulvia se defiende como puede y grita aterrada, pero
los besos y la fuerza de Ernesto la van doblegando. En esos
momentos, aparece Adelfa en la puerta. Viene vestida del diario. Ve aquello y
ahora es Fulvia quien se prende con avidez a los labios y el cuerpo de Ernesto. Entonces, rápida, Adelfa toma un bronce y con él,
asesta un golpe seco a Ernesto, en la nuca. Éste se desploma sobre Fulvia.
Adelfa deja el bronce
y ayuda a su hermana a levantarse. Fulvia tratando de reponerse, ve
hacia el cuerpo de Ernesto y se acerca. Lo toca. Casi en un susurro, musita
aterrada.
FULVIA.-Lo
mataste.
ADELFA.-(Firme) Trató de violarte ¿no? (Y le sostiene la
mirada)
Fulvia duda un momento, pero fuego acaba por asentir. Hecho
esto, corre a refugiarse en los brazos de su hermana. Adelfa la aprieta contra
sí. Fulvia empieza a gimotear, nerviosa como una
niña.
FULVIA.-(En pucheros) Y me rompió mi traje ...mi traje de "Traviata" ... ¡Con el trabajo que me
costó coser tantos y tantos olanes! ... ¡Desgraciado! ¡Abusivo!
¡Cerdo!
ADELFA.-
Cálmate ... cálmate ... (Y le acaricia la cabeza con
ternura)
FULVIA.-(Aterrada) ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué vamos a
hacer?
ADELFA.-¿No
lo imaginas? Si el curare redujo el cuerpo de papá ... y conservamos en la
biblioteca las cabecitas de su colección ...
Fulvia la
ve y de pronto, sonríe, ya esperanzada.
FULVIA.-¿Crees que a pesar de los años que tienen ... todavía
resulten ... ?
ADELFA.-Quién sabe pero de todos modos, no perdemos nada con probar
y ya así
FULVIA.-Nos
desharíamos de éste...( Y ahora ve el cadáver de Ernesto, con
desprecio)
ADELFA.-Vamos, ayúdame a llevarlo al fondo de la casa. Y en seguida
...
FULVIA.-(Riendo, traviesa y pícara) Nos pondremos a jugar... "a la comidita".
Adelfa va a
regañarla, pero se contiene y dice a su vez, ya sonriente.
ADELFA.-Pero para esta vez... ya tenemos experiencia ... con un
veneno como ése.
FULVIA.-(Feliz) Las tres cabecitas
¿verdad?
ADELFA.- Sí
... las tres, ¡y llena la tina del baño, para que el curare se le impregne hasta
los huesos!
FULVIA.-¡Siempre fue muy flojo!
ADELFA.-¡Dije: huesos!
Y sin más,
a una seña suya, ambas salen cargando el cadáver.
TELÓN
ACTO II
Cinco días
después
Las nueve
de la noche. El cuadro cubierto por la cortinilla. Adelfa y Fulvia con ropas del
diario, pero elegantes, están entregadas a sus labores de bordado y trabajo en
cera. La fuente no suelta su chorro de agua.
ADELFA.-¿Por qué no quisiste que te prendiera la
fuente?
FULVIA.-Porque el borbollón ya no me inspira, (Pícara) Ahora
voy a bordar un muñequito pastelero.
ADELFA.-¿Otra vez cambiaste de tema?
FULVIA.-¿Y
qué esperabas después de lo que hicimos con Ernesto?
ADELFA.-Tú
no: fui yo la que lo mató.
FULVIA.-Pero lo hiciste por mí. Además, las dos lo pusimos a
remojar en curare.
ADELFA.-Bueno, pues estamos comprobando que además de reducir
cabecitas, el veneno ese reduce también toda clase de
cadáveres.
FULVIA.-Frescos o antiguos.
ADELFA.-¿Me-diste anoche a papá?
FULVIA.-No,
te lo di el otro día.
ADELFA.-¡Digo que si lo mediste!
FULVIA.-Claro, se achicó como un milímetro más.
ADELFA.-Rosa Fulvia ... si papá pierde un-centímetro más o menos
cada seis meses ...
FULVIA.-No,
eso es según los cambios del clima; no se puede sacar un cálculo exacto. Hay
días que cuando aumenta el calor, se hincha, pero si refresca en la tarde,
empieza a deshincharse... y si en la noche se quita el calor, empieza a
reducirse; pero si otra vez aumenta, es cuando se alarga ...
¿Entendiste?
ADELFA.-Ni
papa, pero Ernesto no lleva ni una semana del "tratamiento" y
...
FULVIA.-Se
está reduciendo muy pronto. Ese sí... ¡Qué bueno... porque si sucediera -espero
en Dios que no- que vinieran a preguntar por él, nada me gustaría más que
mostrarlo como un muñequito de pastel! ¡Y a ver quién podría imaginar que era
Ernesto! ¿Eh?
ADELFA.-No
fantasees tanto. Va rápido, sí ... pero tanto como quisieras
...
FULVIA.-¿No
sería perfecto que acabara como objeto de decoración repostera? "Diente por
diente".
ADELFA.-Lo
vi hace un rato ... y está de este tamaño. (Señala una altura de un metro
veinte centímetros)
FULVIA.-También puede ser porque le pusimos una dosis inmensa de
curare.
ADELFA.-Sí,
puede ser que a eso se deba, porque en el caso de papá, su reducción ha sido muy
lenta ... ¿no tendrá que ver en ello el hecho de que estuvo diez años enterrado
y fue durante ellos que se encogió más?
FULVIA.-Of course güerquita, of course.
Posiblemente. Sí, tienes razón: tal vez las sales de
la tierra aceleraron la acción del curare. (Pausa) ¡Pero claro que es
eso! ¡Claro ... ! Hace tiempo, en este libro de papá (abre) sobre las
técnicas esas de los jíbaros, leí que precisamente, luego de cortar las cabezas
y llenarlas de curare, las enterraban para que el efecto fuera más rápido. Luego
las exhumaban... no sé en qué tiempo ... y era cuando ya les podían sacar los
ojos e hilvanarles los labios, porque ya empezaban a
reducirse.
ADELFA.-En
ese libro ¿no dice cuánto tiempo dura el veneno sin echarse a
perder?
FULVIA.-Pues no. Ese dato no lo he leído ... (Pausa)
Pero...¿será el curare o ...?
ADELFA.-¿Sí?
FULVIA.-No,
nada ... pero es que ... no pude evitar pensar en papá...
ADELFA.-(Después de una pausa) Más que los efectos del curare... ¿crees que de alguna manera sea la
presencia de papá la que esté influyendo ... (Ve al retrato) aquí ...
?
FULVIA.-Pues sí, algo así pero no me hagas caso.
ADELFA.-No... mejor no (Transición) En fin, ese veneno actúa
de maneras muy raras. Pero indudablemente debe ser tremendo lo que hace sobre
los huesos y las vísceras, para que se reduzcan de ese modo.
FULVIA.-Las
truena. Eso es lo que hace.
ADELFA.-¿Cómo? ¿También lo leíste?
FULVIA.-No... Es que después que sacamos a Ernesto de la tina del
baño, para dejarlo encerrado en el ropero delcuarto de mamá, yo regresé ahí
...
ADELFA.-Morbosa.
FULVIA.-Es
que además quería ver cuando comenzara a encogerse. Y aún antes de abrir el
ropero me intrigó la cantidad de ruidos que salían de ahí ADELFA.-¿No te dio
miedo?
FULVIA.-No.
¿Por qué? Ernesto siempre fue un hombre débil. El caso es que, rápida, abrí la
puerta del ropero y... ¡Aquello era algo... entre grotesco y
pavoroso!
ADELFA.-¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué?
FULVIA.-Los
ruidos esos y las contorsiones que hacía Ernesto... Los huesos le tronaban
¿sabes? Exactamente como cuando masticas cacahuates garapiñados... y la carne
chillaba... igual que cuando fríes "arracheras" o "machitos".
ADELFA.-No
me digas. ¿Y cómo pudiste quedarte ahí, oyendo eso?
FULVIA.-Porque estaba fascinada, pero es que además no había sólo
chillidos y tronidos...
ADELFA.-¿Pues qué más?
FULVIA.-¡Le
salía humo de todo el cuerpo, como en los puestos de carnes
asadas!
ADELFA.-¿Todo eso hace el curare?
FULVIA.-Deben ser reacciones químicas ¿no?
ADELFA.-¿Y
cuánto tiempo duró eso?
FULVIA.-Casi hasta el amanecer. Luego, Ernesto comenzó a achicarse
apenas un poquito, pero ya no chirrió más, ni soltó más humo.
ADELFA.-(Secándose el sudor de la frente) Es ... es
espantoso lo que dices.
FULVIA.-¡Ay, por Dios, María Adelfa! (Va a ella y la acaricia)
No sufras. Por favor hermana, ya no veas así las cosas. Mejor como yo: sí,
como si fuera el proceso para la fabricación de un muñeco...
ADELFA.-¿Un
muñeco?
FULVIA.-En
eso se irá convirtiendo nuestro ex pretendiente ¿no?
ADELFA.-¿Y tú ... puedes verlo así?
FULVIA.-(Decidida) Yo, voy a verlo así... (La ve) Y
tú trata de hacer otro tanto, o te puede afectar todo esto... yo creo que ya
estuvo bien de sufrir ¿no crees? ¿Acaso la vida nos ha tratado como seres
humanos? ¿Acaso no fue ella o el destino quien nos convirtió desde niñas en una
especie de muñecas siniestras, moviéndonos los hilos a su antojo? Y siendo así,
mejor... mejor necesitamos ver todo esto como un juego o...
ADELFA.-¿Un
juego? La muerte es algo muy serio.
FULVIA.-¿Y
tú crees que vamos a hablar en serio de algo como la muerte?
ADELFA.-No
creí que te aterrara tanto.
FULVIA.-Pues ahora ya lo sabes. ¡Por lo mismo me resisto a hablar
contigo en serio de la muerte!
ADELFA.-Tienes razón ...es cierto que entonces podríamos afectarnos
seriamente. (Y en su semblante aparece una nueva expresión, decidida y
firme)
En esos
momentos tocan la puerta del fondo.
FULVIA.-¿Oíste...?
ADELFA.-Esa
fue la puerta del fondo, sí ... y a esta hora... casi las
nueve,
FULVIA.-Que
es a la que Ernesto acostumbraba visitarnos ... (Pausa. Se
ven)
ADELFA.-No.
(Firme) ¡No vamos a ponernos ahora a pensar en
fantasmas!
FULVIA.-¡Por supuesto que no! Deja, voy yo ... (Pausa)
Tranquila ¿verdad?
ADELFA.-Sí,
buki. Ahora sí ... (Decidida) ¡Y para todo lo que
venga!
Al quedar sola, Adelfa va al cuadro del padre,
Descorre la cortinilla, lo ve y le dice.
ADELFA.-Mi
hermana dijo algo que me caló, papá: eso acerca de que nuestro destino nos
convirtió desde niñas en una especie de muñecas siniestras ... Y eso, desde
entonces fue algo muy cruel ¿no? Marcarnos así sólo porque quisimos darte un
gusto ... Y ahora ... saber que por aquello que hicimos inocentemente tenemos en
nuestras manos el medio de cometer... crímenes perfectos. (Ríe triste)
Papá ... ¿Qué va a ser de nosotras?
¡Oh cielo
riguroso, oh triste suerte,
que tantas
muertes das con una muerte!"
Oye que se
acercan pasos y rápida, cierra la cortinilla.
Entra
Fulvia con Javier, Miguel y otro hombre-éste calvo y también de cuarenta años,
pero que recuerda mucho a Ernesto y por tanto, al retrato del padre- al entrar
observa todo muy atentamente.
FULVIA.-(Nerviosa) Pasaban por aquí y como dicen que hace
cinco días que no han visto a Ernesto, pensaron que tal vez nosotras ...
podríamos decirles algo ... (Se ve tensa, pero en seguida guiña un ojo a su
hermana)
ADELFA.-(Muy segura) ¿Y por qué nosotras?
JAVIER.-Porque lo dejamos aquí esa noche ... y porque fue el último
sitio que nos consta ... visitó.
ADELFA.-(Tensa) Quizá, pero de aquí, como siempre, salió a
la hora de habernos visitado. Quizá un poco bebido, eso sí ... un
poco.
FULVIA.-Además estuvo un tanto molesto, porque en fin ... apenado
pues, por no habernos avisado que quería presentarnos a ustedes ... (Les
sonríe coqueta)
MIGUEL.-A propósito. (Señala al otro) Éste, es
el otro amigo del cuarteto ... y también desde que éramos "lepes": el señor
Elíseo Berruecos, formador de planas en el periódico El Norte.
ADELFA.-(Muy amable) Encantada.
FULVIA.-Yo
ya tuve el gusto.
ADELFA.-Siéntense ... están ustedes en su casa. (Rápida)
¿Gustan una copita?
JAVIER.-Por
mí, un "vampiro" ...
ADELFA.-Ya
sé: tequila, sangrita y limón. ¿"Vampiros" todos?
Ellos se
ven entre sí.
MIGUEL.-Pues ...
Nuevas
toses discretas e hipócritas, conteniendo la malicia que brota cada vez más en
todos ellos.
JAVIER.-Sí,
todos... la verdad que sí.
FULVIA.-¿Por qué... "la verdad que sí" ... ?
JAVIER.-Porque... es nuestra bebida de siempre.
Adelfa está
preparándolos.
FULVIA.-Ah,
vaya, yo creí que porque estaban acostumbrados ... (lo ve con intención)
a chupar sangre...
JAVIER.-No,
sólo a "chupar"; aunque entre nosotros decimos más "pistear".
FULVIA.-¿Pistear? Ah ... porque por la cerveza han de hacer mucho
"pis" ¿no?
Desconcertados los tres.
MIGUEL.-Él
se refiere a que la sangre no es nuestro fuerte. Nuestras tendencias, más que
homicidas, son ... creativas, ebullicientes, expresivistas y concomitantes,
vaya.
Adelfa les
sirve. Todos toman sus copas.
FULVIA.-¿Y
cuál, es su "fuerte", entonces?
JAVIER.-Pues, las bellas artes... ¡Eso! (Señalando a Elíseo)
Él, escribe cuentos. Nunca se los han publicado, (ríe) pero a
nosotros nos asesta uno nuevo a cada rato.
ADELFA.-
(Viéndolo) Qué interesante, ¿los hace en sus ratos de
ocio?
ELISEO.-(Tímido) Generalmente, cuando llego a mi casa,
después de haber estado platicando con éstos en el bar, digo ... en el
café.
ADELFA.-Suena interesante. (Le sonríe) A ver cuándo tenemos
el privilegio de que nos dé las primicias de algunos.
FULVIA.-(Rápida) Podríamos organizar aquí una especie de
veladas literario musicales. ¿No crees, Adelfa? (La ve con intención)
Digo, también contando con Ernesto.
ADELFA.-
(En el juego) Por supuesto. Y en el caso de que también ustedes
dos (a Miguel y Javier) tengan esa clase de inquietudes
artísticas.
JAVIER.-Pues
yo pinto al pastel...
FULVIA.-¡Ay
no! ¡Ya de pasteles...
JAVIER.-Yo
hago retratos al carbón ...
ADELFA.-(Burlona) ¿No me diga que también hablados?
JAVIER.-A
veces ... cuando me los encarga la policía, señorita Adelfa, cuando me los
encarga la policía.
ADELFA.-(A Miguel) ¿Y usted? ¿También tiene inquietudes
policiales, digo artísticas?
MIGUEL.-Más
que inquietudes... Entre avideces y dubitaciones, casi, pulsiones
ancilares.
ADELFA.-Quise decir, dones, aptitudes, cualidades, inclinaciones o
realidades artísticas.
MIGUEL.-(Fatuo) Lo mío es más bien la crítica. Soy el que
analiza los trabajos de ellos ... pero por razones del estómago, vivo del
comercio. Aparatos eléctricos. Por cierto, les he traído este presente.
(Extrae cuidadosamente de una caía un objeto envuelto obviamente
fálico; a medida que lo saca vemos que es una linterna
roja)
ADELFA.-(Después de una pausa, muy molesta) Entonces, usted, que es el más culto de todos ... (pausa) debe
saber cuántas pulgas caben en una pulgada. (Miguel niega) Las mismas
chinches que en una chingada.
Nuevo
desconcierto de ellos. Ellas se ven pícaras.
JAVIER.-(Después de una pausa) Bueno, el sabihondo es Elíseo. Miguel nomás tiene mala leche, sólo que a
veces se le cuaja y acierta.
ADELFA.-(Casi coqueta, con Javier) En tal caso, es que posee intuición. Algo que usted no debe despreciar,
¿señor... ?
JAVIER.-Javier Tomás Montesinos.
ADELFA.-Señor Montesinos.
JAVIER.-Pero llámeme Javier, para sentirnos más cómodos de una vez
¿qué le parece?
ADELFA.-De
acuerdo... Javier. Yo ...
JAVIER.-Es
Adelfa, sí... la que declama apasionadamente.
MIGUEL.-(A Fulvia) Y usted es Fulvia, la que borda
maravillas (Burlón. Velado) y lee como nadie... las mejores óperas del
mundo ... tremolando sin duda a las escalas hasta volverlas rapsodias
literarias.
FULVIA.-(Coqueta) Oh no, por favor, sino porque mi voz, no
alcanza más que para cantar boleros.
ELISEO.-Y
estas flores y esas frutas de cera ... salen de sus hacendosas manos. ¿No es
así, Adelfa?
ADELFA.-Así
es, Elíseo ...
ELISEO.-Yo
diría que brotan ... como las del poema.
ADELFA.-Muy
amable.
JAVIER.-¡Qué duda cabe que todos estamos hechos los unos para los
otros! Se entiende: los aquí presentes.
MIGUEL.-¡Y
que siendo así tendríamos las más exclusivas veladas culturales de todo
Monterrey!
ELISEO.-A
las que esperamos, no tarde en reincorporarse Ernesto.
MIGUEL.-¡Reincorporarse, es el término justo para un pastelero!
(Ríe burlón)
ADELFA.-¡Pues que así sea!
FULVIA.-
¡Salud! ¡Por todos los seres sensibles! Ve con picardía a su hermana. Esta,
sigue muy formal, conteniendo la risa, pero le guiña un ojo.
TODOS.-¡Salud! (Y brindan muy felices)
ADELFA.-Y
ahora si nos permiten ...
FULVIA.-Tenemos que disponer la cena.
ADELFA.-Pero como está encima el martes ...
FULVIA.-Y
siendo el día que recibimos ...
ADELFA.-Para el próximo, quedan ustedes
invitados.
Ellos se ven. Asienten
felices. Se despiden, besándoles las
manos.
JAVIER.-¡Aquí estaremos sin falta!
MIGUEL.-¡Qué gran honor participar con ustedes!
ELISEO.-¡Mil gracias, señoritas Morales!
JAVIER.-¡Y
buen provecho en su cena!
MIGUEL.-¡Y
de veras, buenas, muy buenas noches ...!
ELISEO.-Tengan ustedes. (Y salen muy
propios)
Ellas ríen
divertidos.
ADELFA.-¡Por poquito y nos caen!
FULVIA.-¡Pero bien que los toreamos!
ADELFA.-¡Tú
con tus conclusiones esas sobre el pis"!
FULVIA.-¡Y
tú con tus pulgadas y chinches! ¡Qué bárbara!
ADELFA.-¡La
desconcertada que se dieron!
FULVIA.-¡Para que no crean que estamos
archivadas!
ADELFA.-O
que somos un par de bobas.
FULVIA.-Quedadas y pasmadas.
ADELFA.-Lo
malo es que nos van a invadir.
FULVIA.-Y
lo seguro es que no nos vamos a dejar.
ADELFA.-Pues mientras podamos entretenernos con
ellos...
FULVIA.-Les
daremos cuerda.
ADELFA.-Y
en cuanto no ... ¡Cuerda con ellos¡
FULVIA.-Ellos allá y nosotras acá.
ADELFA.-Ellos donde quieran, pero no en lo
nuestro.
FULVIA.-"Lo
del agua, al agua".
ADELFA.-¡"Y
al César, lo que es del César"!
FULVIA.-Y
al haber gato, no hay ratones.
ADELFA.-O
"todos coludos o todos rabones".
FULVIA.-¡Ay
del que se atreva!
ADELFA.--Más le valiera no haber nacido!
FULVIA.-(Pícara) "Y ojos que te vieron ir...!
ADELFA.-"Jamás te verán volver". (Ríe)
FULVIA.-"Hay muertos que no hacen ruido...!
ADELFA.-Y
otros que se han de encoger...
Se ven
picaras y dicen sonriendo.
FULVIA.-¿Te das cuenta?
ADELFA.-Pues sí, ¿verdad?
FULVIA.-Ya
en éstas ...
ADELFA.-"Hágase Señor tu santísima voluntad". (Y sale
golpeándose con un silicio que saca de la cómoda)
FULVIA.-¿Verdad que sí papá? (Tira un beso al retrato y
sale riendo pícara)
OSCURO
Sentado
ante la mesa de la sala y escribiendo en mangas de camisa, está Elíseo. Termina
de hacer una anotación y lee para sí.
ELISEO.-
..."había en ambas una especie de reflejo de algo como quizás sea la luz oscura
del Fatum ... el signo de los elegidos para que los Dioses muestren su poder, ya
por el terror, ya por la compasión. Y era esta especie de misterio negro lo que
más me atraía de esas dos mujeres alejadas de todo contacto con la realidad".
Tengo que elegir bien los adjetivos... hay muchos...
Conforme ha
leído las últimas líneas, entra Adelfa y permanece
oyéndolo.
ADELFA.-¿Está repasando el cuento que nos leerá esta
noche?
ELISEO.-(Sorprendido) No ... es decir, todavía no lo termino, señorita
Adelfa.
Guarda las
hojas en el saco.
ADELFA.-¿Somos nosotras ... ? (Sonrie) O ¿"cualquier
parecido es mera coincidencia..,."? ¿De qué trata su cuento?
ELISEO.-Ya
lo oirán, de veras, una de estas noches ... en cuanto termine de
escribirlo...
ADELFA.-Será curioso ... saber cómo nos ve ... (Se advierte
inquieta) La criada que corrimos ayer, nos dijo -más bien nos gritó- que
éramos unas vampiras ... y que por ese apodo se nos conocía en toda la ciudad.
¿Su cuento trata de unas vampiras ... que tal vez desaparecieron a un
pastelero... para chupárselo? (Ríe burlona)
ELISEO.-No,
de ningún modo... ¿También les dijo eso?
ADELFA.-¿Qué?
ELISEO.-La
criada ... ¿También les dijo que se murmura que ustedes tienen a Ernesto
secuestrado desde hace una semana, en el ala del fondo de la
casa?
ADELFA.-Ah... (Ríe) ¿Eso se dice? (Conteniéndose)
Vaya ... ¿Y por qué habríamos de secuestrarlo?
ELISEO.-Ya
ve usted lo que son los chismes ... y en el caso de Javier y Miguel ... son
bromas.
ADELFA.-Ah
... ¿También ellos creen eso?
ELISEO.-Es
broma como le digo; pero de ninguna de esas estupideces trata mi
cuento.
ADELFA.-En
él ¿qué hacen esas mujeres... ? ¿Asesinan al pastelero porque no se decidió
nunca por ninguna?
ELISEO.-No.
En mi cuento no conocen a ningún hombre ... en ningún sentido ... porque ambas
viven en el recuerdo del único que amaron.
ADELFA.-(Temblorosa) ¿Su padre?
ELISEO.- (Después de una pausa) No ... un oscuro poeta que fue contratado por ambas para que les leyera sus
poesías ... y así, cada una lo inventó a su modo. Y cuando el poeta terminó de
leer sus obras ... meses después ... le pagaron lo convenido..,para que se
fuera, porque se dieron cuenta que entrarían en conflicto por él
...
ADELFA.-¿Y
el poeta se fue?
ELISEO.-Era
como un juglar... amaba su libertad ... y ya había terminado su trabajo
ahí.
ADELFA.-Qué
extraña historia...
ELISEO.-No
es un cuento realista. Los sueños de ambas, alimentando su unión... era lo único
que las mantenía vivas.
ADELFA.-¿
Por qué?
ELISEO.-No
sé... es sólo una impresión vaga ... como una intuición...
ADELFA.-¿Sobre esas dos mujeres?
ELISEO.-Ajá. No tenían nada mejor que eso.
ADELFA.-
Entonces ... ¿Eran como una especie de locas ... unidas por sus
fantasías?
ELISEO.-¿Por qué locas?
ADELFA.-Con
eso de que sólo se mantenían unidas por sus sueños ...
ELISEO.-¿Y
no sucede así con la mayor parte de la gente? Lo único que cambia es la clase de
sueño que las mantiene unidas. Aquí tenemos el del progreso, pero ... por real
que sea su sentido, un sueño no está hecho sólo para generar dinero. En el
momento que fuera sólo para eso ... perdería su carácter de ideal y sería algo
meramente práctico. En ese mismo momento dejaría de importar profundamente.
Ellas sueñan ... porque así le dan un sentido a sus vidas. ¿No lo ve? Ambas son
como una alegoría sobre las fuerzas que están más allá de lo real ... y lo
material.
ADELFA- (Impresionada) ¿Las fuerzas que están más allá?
ELISEO.-Los
imponderables, los misterios: la suerte, el destino, la magia ... irrumpen de
pronto sobre lo real y pueden cambiarlo ... Para mí, ellas simbolizan esas
fuerzas ... por eso necesitan de los sueños.
ADELFA.- Ah
... (Pausa) Gracias. Vistas así hasta resultan ...
ELISEO.-Fascinantes. Como dos sibilas ... o dos magas ... o al
menos así lo son ustedes para mí. Perdón, ya no sé lo que digo
...
ADELFA.-(Conmovida) Gracias Eliseo ... por vernos de esa
manera.
ELISEO.-Gracias a usted por permitirme llegar antes para trabajar
aquí, con tanta paz y silencio; pero sobre todo ... en este ambiente de ustedes
... (Se pone el saco y ve el reloj) No tardarán en llegar los demás. ¿No
le importaría que fuera por ellos?
ADELFA.-Si
usted quiere ... (Toma unas llaves que están sobre una mesa y se las
da)
ELISEO.-De
mil amores.
ADELFA.-
Entonces ... por favor. Elíseo asiente. Se quedan viendo apenas un momento.
Ella le sostiene la mirada y él, nervioso, sale. Adelfa queda
pensativa.
ADELFA.-Este hombre-niño tiene ... ¿O son sólo ideas mías? Este
hombre tiene un "algo" que me re cuerda a papá. Rasgos que también
tenía Ernesto ...
(Va al cuadro. Descorre la cortinilla)
¿Todo esto para nosotras tiene que girar por tu
recuerdo ... ? ¿Y por él ... hemos de seguir girando nosotras en este círculo
de pesadillas? (Canta, riendo burlona) "¡Sabrá Dios, una no sabe nunca
nada ...!”. ¡Todo es un puro bolero metafísico, como diría mi hermana!
Bueno, ella no diría eso, pero... lo sabe de alguna manera. (Pausa) Sí
Adelfa, admítelo; todo tiene que seguir girando así ... porque
ya no quieren otra forma de vivir. Ya no. ¿Para qué? Ya no sería posible ...
¡Qué horror...! ¡Y al mismo tiempo...! (Ríe) ¡Qué
bien!
Ve al padre, sonríe con ironía y corre la cortinilla.
En esos momentos entra Fulvia. Viene vestida de
colores vivaces,
con traje de rumbera, una gran peluca negra muy ondulada y trae en sus manos
unas maracas.
ADELFA.-¿Y
ese traje?
FULVIA.-Para el castigo.
ADELFA.
¿Qué? ¿Cuál?
FULVIA.- ¡Ay
Adelfa, hoy nos toca hacer el castigo que nos pusieron los muchachos, si
queremos recuperar nuestras prendas!
ADELFA.-Ah... "el juego de las prendas" ... es
verdad.
FULVIA.-No
tardarán en llegar; así que no sé qué esperas para cambiarte.
ADELFA.-Se
me había olvidado ...
FULVIA.-¿En
dónde andas, eh? No me digas que te gusta el tal Eliseo .. tan gris el pobre,
¿o sí? (La observa tocando levemente sus maracas)
ADELFA.-Es
el único de todos ellos que me parece alguien honesto.
FULVIA.-Entonces sí te gusta ... y tanto, como para autorizarlo a
que venga a escribir aquí en las tardes ... (Toca las maracas, sin poderlo
evitar, con evidente nerviosismo)
ADELFA.-(La observa y dice después de una pausa) Si a ti te
molesta ... con decirle que ya no venga.
FULVIA.-(Conteniéndose) Por supuesto que no me molesta. Tú
eres muy libre de hacer lo que te plazca ...y yo otro tanto ... (La
ve)
ADELFA.-(Después de una pausa, observándola. Firme) Entonces ... que siga viniendo.
FULVIA.-(Sibilina) Y a ver cómo le va.
ADELFA.-¿Por qué?
FULVIA.-
(Natural) Porque nosotras somos las que tenemos el cuchillo para cortar y
repartir el pastel o el pastelero.
ADELFA.-
(Preocupada) ¡Fulvia! yo quisiera
FULVIA.- (Sonríendo) Forget it. ¿De veras no has preparado nada?
ADELFA.-(Viéndola) ¿Qué se supone que vas a hacer
tú?
FULVIA.-Algo tropical ... ¿no ves?
ADELFA.-Bueno, sí llegan los atiendes mientras me arreglo. Y en
cuanto a numeritos, si tú muy tropical, ya verás el "hapenníng" macabro que les
brindaré.
Fulvia asiente. Sale Adelfa. Fulvia va al interruptor
y lo prende. Brota el chorro de la fuente y ahora
además, un juego de luces de colores. Al verlas, Fulvia empieza a cantar y va
haciendo efectos con ellas. Ad libítum, según le
parece.
FULVIA.-(Cantando)
"Relámpago,
furia del cielo
que has de
llevarte mi anhelo,
más
lejos de¡ más allá... "
¡Nada menos que más lejos del más allá! ¡Y realmente
para la clase de anhelos que tengo, hasta se me hace poco que fuera a dar tan
lejos! (Hace otro efecto de luces) No, Fulvia, no. Ánimo ... nada de
arrebatos ... A ver, a ver... ¿cómo era que hacían aquellas rumberas de los años
cincuentas? (Toma unas frutas de cera y se las pone en la cabeza.)
"Pachito eché... " (Brinca) ¡ Eso... ! ¡Suéltate, Fulvía! ¡Vamos!
(Canta) "Un meneíto pa'cá... un meneíto pa'llá". ¡Ahí estás! Y luego,
aquello de las manos sobre la cabeza sosteniendo un cántaro sin perder el ritmo.
(Canta y baila) "Chiquita, ¿quién te rompió tu mucurita de barro ... ?" Y
chacachán ... y chacachán ... (Baila muy suelta y sensual. Transición)
No, no ... está bien que les deba hacer algo tropical, pero ¿qué van a decir
estos si a las primeras me ven tan deschongada? ¡pero ahorita no me ven!
(Canta y baila cada vez más animada) "¡Baila, baila como el pingüino,
baila!" (Cambia) "Vamos a la playa a ver la cocaleca ... quiero
cocaleca... (Transíción) No, no. Quizá algo más sobrio, pero sin perder
sensualidad ... ¿hasta dónde me vas a llevar? ¡No, no!.... eso era: ¡Humanidad!
"¡Con tu trágico sino! ... ¿cuál será mi destino?" ¡Qué letras hacían! ¡Y luego
hay quien niega que el bolero tiene sus abismos de filosofía! (Queda ante el
espejo. Posa. Se ve) Sensual ... pero distante y señorial ... (Canta)
"¡Vendo placer, a los hombres que vienen del mar ... !" Y camino así ...
(lo hace) quesque por la playa, fumando ... (Lo
mima) Es mucho más sugerente ... y ya caminando ... (Canta) "Voy por la
vereda-tropical ... la noche llena de inquietud ... con su perfume de
humedad..." ¡Qué clima interior tenían esos boleros plenos de languidez y de
lascivia ... ! Mi época de joven ardiente ... (Suspira)¡La única
realmente ilusionada y gozosa que he tenido! (Transición. Amarga) ¡La
única! ¡Y todo fue sólo aquí! (Se toca la frente y de un manotazo se arranca
las frutas y las tira al suelo)¡Dios! ¡Cómo me gustaron siempre los hombres!
¡Y ni uno! ¡Ni uno con su cuerpo unido al mío! ¡Ni siquiera en mis mejores
sueños! (Canta) "Calla tristeza ... calla tristeza. ..." ¡Ni creas que me
vas a abatir! ¡No te deprimas, Fulvia y menos hoy ... cuando por primera vez en
tu vida te merodean tres escualos ... tres lobos lúbricos, que quieren verte
excitante ... provocativa ... (Canta) "Vendo placer...·" (Se
interrumpe con una risa autoburlona) ¿Cuál? ¿Pero cuál? ¡Si ni siquiera he
sabido nunca qué se siente! (Sigue riendo en una mezcla de autoburla y casi
llanto. De pronto, dice para sí, decidida) ¿Y por qué no empiezas a saberlo
desde esta misma noche? ¡Claro! ¿Y por qué no? (Y muy dispuesta, recoge las
frutas y vuelve a adornarse la cabeza con ellas) ¡Vamos muñeca: ahora o
nunca cosa buena, que te quiero ver gozar!
Y remata
sujetándose el tocado de frutas,con un gesto triunfal. En ese momento se abre la
puerta y aparecen los tres hombres. Ella rápida, corrige su actitud y deja las
frutas. Los ve. Miguel viene vestido de domador de circo, sólo envuelto en una
vieja piel de tigre, con todo y cola y lleva un látigo. Javier, con una toalla
como pañal, sujeta por grandes alfileres y un gorro de bebé, mas su mamila y sus
botas vaqueras. Elíseo, en traje normal.
FULVIA.-(Ve con interés a Miguel y Javier) De veras
que Javier con esas piernotas tan redondas y sin vellos ... tan lechosas ...
tiene mucho de un bebé... un bebesote, claro ... (Lo sigue viendo con
intención y ríe nerviosa)
MIGUEL.-(Rápido) ¿Y yo ... ? ¿Me cree que pueda ser un
domador, un sometitivo, un imponentón?
FULVIA.-Bueno, la verdad es que ... sí tiene los músculos mucho más
marcados de lo que yo hubiera creído... cuando lo veía con su traje de "quedar
bien".. . En cambio así ... y con esos pelos que tan agresivamente le brotan de
la piel ... de la del tigre... pero si son los suyos ¿o no? ¿Me deja tocarlos
(En tanto ella lo hace, Miguel la ve con marcada intención) Y esa
mirada que ... más que la de un domador, podría ser la de un sádico. Tal vez,
con unas botas de cuero...el efecto podría ser más "shocking". ¿no cree? (Y
se le retira, insinuante)
MIGUEL.- (
A Javier, rápido) ¡Préstame las tuyas! ¡Anda!
JAVIER.-¿Y
yo?
FULVIA.-Se
queda en calcetines por un rato.
JAVIER.-¡Pero es que tampoco tengo!
FULVIA.-Mejor; así parecerá anuncio de bebé
talqueado.
Javier se
encoge de hombros aceptando y quitándose las botas de cuero negro se las da a
Miguel. Este se las pone de inmediato, en tanto Fulvia ve con interés la
maniobra.
Ahora
Miguel, ya con las botas, "posa" ante ella con actitud retadora y
sádica.
FULVIA.- (Satisfecha) A ver, súbase a esa mesa ... y pose bien... (Miguel lo hace) ¡Dé
un latigazo! ¡Eso! ¡Más fuerte!... (Él lo hace) Mucho... mucho mejor.
(Transición) Ya bájese ¿no?
Miguel lo
hace, Fulvia lo ve y le sonríe entre despectiva e
insinuante.
JAVIER.-¿Qué tal si ya comenzamos con la primera tanda de "vampiros"?
Todos
asienten. Javier se dirige a prepararlos v al hacerlo, llena su mamila con la
bebida. Miguel se acerca a Fulvia y llevándola aparte, le
dice:
MIGUEL.-(Seductor) Fulvia ... cuando dos seres como usted y yo se encuentran y se reconocen
... nada puede evitar esa unión, esa fascinación ... esa interacción
motivadora.
FULVIA.-(Divertida) Ay Miguel, ¿no cree que cuando dos seres como usted y yo se encuentran,
no tienen qué decírselo ... y menos de una manera tan
rebuscada?
MIGUEL.-(Crecido) Retadora ¿eh?
FULVIA.-(Cantando) "Siempre fui llevada por la mala
...
MIGUEL.-Y
burlona ... (La toma por un brazo) Conozco su tipo...
FULVIA.-"Conozco a los dos..."
MIGUEL.-¡Siga! ¡Me encantan sus provocaciones!
FULVIA.-¿Sí?... ya ve: "Mi rival es mi propio corazón, por
traicionero". (Ríe)
En otro
ángulo, hablan Elíseo y Javier.
ELISEO.-Esto de venir así... y Miguel, queriendo llevar las cosas
demasiado lejos...
JAVIER.-¿Entonces? ¿Para qué venimos si no?
ELISEO.-Así, la verdad... todo esto comienza a
molestarme.
JAVIER.-Pues por lo que se ve... a la vampira tropical,
nadita.
Eliseo ve
hacia Fulvia y Miguel, muy próximos y asiente, aceptando.
JAVIER.-Si
quieres, vete. Hasta nos harías un favor. Yo me encargo de la otra y así
quedamos sólo parejas.
ELISEO.-¿Y
sería así ... tan fácil?
JAVIER.-¡Ay
carajo, Elíseo! ¿Por qué te crees que nos admitieron? Ellas saben lo que quieren
y Miguel y yo también. ¡Aquí el único que ni cacha,,ni picha, ni deja batear,
eres tú!
ELISEO.-Tienes razón ... (Ve hacía Miguel y Fulvia, cada vez más
abrazados. Entonces, evidentemente para no interrumpirlos, da las llaves a
Javier) Dáselas a la señorita Adelfa y me disculpas con ella; dile que tuve
que irme de urgencia al periódico ...
JAVIER.-Sí
pues, yo le diré "bato". (Sonríe burlón)
Sale
Elíseo. Javier se mantiene a distancia bebiendo su mamila, en tanto Fulvía y
Miguel, en el sofá, siguen abrazados y acariciándose.
Miguel se quita las botas y las deja bajo el mueble, con actitud de
cada vez mayor confianza.
FULVIA.-
(A Miquel) ¿Qué le pasó a tu amigo? Ni siquiera se despidió
...
MIGUEL.-¿Te
importa? ¿Te subleva? ¿Te compulsa?
FULVIA.-No.
(Ríe) Pero no deja de ser curioso pensar que se haya escandalizado ... o
algo así. (Sonríe pícara)
MIGUEL.-Es
un pobre puritano: por eso nunca pasará de ser el infeliz que es. Olvídalo, tal
vez se fue a escribir sus "impresiones" de lo que ya da por hecho, será una
orgía ...
FULVIA.-(Intencionada) ¿Y qué no?
Miguel,
viéndola al tiempo que sonríe cínico.
MIGUEL.-¿La
empezamos? ¿La prolongamos o le entramos al introito?
FULVIA.-Pues "Temblando de ansiedad" Ya estoy. (Y ríe
pícara)
Y sin más,
Miguel toma a Fulvia y atrayéndola contra sí, la besa con ímpetu, prolongando
el/ beso, hasta que hace que ella se prenda impulsiva a su cuerpo. Javier ve
esto y sonríe, al tiempo que bebe su mamila.
Al
separarse, Fulvia y Miguel se quedan viendo y luego sonríen, pero permanecen
abrazados.
En esos momentos entra Adelfa. Con un teatrino de
guiñol que cuelga de sus hombros por unos tirantes. Viene totalmente vestida de negro con un traje largo, y
sólo su collar por todo arreglo. Trae el cabello suelto, cayéndole sobre los
hombros y en las manos las tres cabecitas ensartadas en palos, mismas que jugará
en el teatrino. Al ver abrazados a Fulvia y Miguel, su rostro expresa un
violento malestar, pero en seguida procura contenerse y se abanica con las
cabecitas, marcando una actitud claramente siniestra y con una mirada en la que
hay una extraña mezcla de burla y provocación.
Todos,
comprendiendo que va a iniciar su actuación, se disponen a
oírla.
ADELFA.-Había pensado esto, sobre todo para Eliseo...(Ve a
Fulvia) Pero dado que por lo visto va se fue...(Tensa) Quizá ustedes
puedan comprender de todosmodos, la razón por la que estas cabecitas, de tanto
soñar... se fueron reduciendo hasta quedar como las vemos. (Se las muestra y
Miguel y Javier se hacen hacía atrás, horrorizados. Adelfa los ve burlona y
sonríe a Fulvia. Esta le sonríe a su vez y se separa de Miguel, poniendo
atención a Adelfa) Elíseo sabe qué importantes pueden ser los sueños. El
cree que hacen crecer el alma. Yo sé que también... pueden empequeñecer los
seres ... y ésta, es la historia de estas tres. (Habla con diferente voz para
cada cabecita, manteniendo el tono de quien narra un cuento para
niños)
CABECITA
1.-Érase que se era una familia como millones.
CABECITA
2.-La diferencia la hacían los millones de esa familia.
CABECITA
3.-Hechos con todo el tiempo de papá.
CABECITA
1.-Y sucedió que una noche, la mamá soñó que el señor de la casa se volvía un
duende.
CABECITA
2.-Para poder dar así un poco de tiempo a sus hijas.
CABECITA
3.-La madre despertó. Asustada, buscó al padre; pero éste, convertido en duende
... se había ido al cuarto de las niñas.
CABECITA
1.-La señora las castigó por haber producido en su padre tal
reducción.
CABECITA
2.-Les provocó unas tan terribles pesadillas con sus regaños, que las niñas se
fueron sintiendo aplastadas por lo que habían hecho.
CABECITA
3.-Y a su vez, también se fueron reduciendo.
CABECITA
1.-Un día la madre sorprendió a los tres ya del mismo tamaño jugando a las
rondas'
CABECITA
2.-Esto le pareció inadmisible y les cortó las cabezas.
CABECITA
3.-Que luego guardó en un frasco con alcohol. (Sonríe)
CABECITA
1.-Mas en el frasco, las tres cabecitas siguieron jugando a las rondas ...
(Adelfa cambia a grave) Escuchen:
CABECITA
1.-"Morir, palabra dormida ¡cómo te siento latir!"
CABECITA
2.-"Ven muerte tan escondida que no te sienta venir".
CABECITA
3.-"Porque muriendo el vivir me asegura mi esperanza".
ADELFA.-(Sin las cabecitas)
"Muerte do
el vivir se alcanza...
(A Fulvia) No te tardes que te espero.
Que muero
porque no muero".
ADELFA.-(Transición) Con ello, señores, he cumplido ... y quedan ustedes... advertidos.
(Se inclina y los ve, entre burlona y
ambigua)
Ellos la ven. La aplauden desconcertados y sin más,
Fulvia, llevando del brazo a Miguel, sale con el hacia el interior. Javier ríe
pícaro y se acerca a Adelfa, ofreciéndole su mamila. Esta, enérgica, se la tira
de un manotazo y le dice.
ADELFA.-¡Lárguese! ¿Quiere?
JAVIER.-Pero ... (La ve desconcertado) ¿Qué le
pasa?
ADELFA.-¿Se
va o lo saco a patadas?
JAVIER.-Pero no entiendo por qué!
ADELFA.-¿No
?
JAVIER.-Bueno si fue por lo de ellos ... (señala al sofá) su
hermana ya está grandecita para saber lo que hace ¿no?
ADELFA.-(Conteniéndose) Es una orden Javier. ¡Retírese!
JAVIER.-Eliseo se fue ... yo vine en el carro de Miguel ... ¿cómo
cree que voy a salir así a la calle?
ADELFA.-(Dura) ¿Y por qué no?
JAVIER.-¿No
le importa que me vean salir así de su casa? ¿Y el "qué
dirán"?
ADELFA.-Ya
han dicho demasiado. (Casi para sí) ¡Y ahora si no se va sí van a tener
motivos para hablar! ¡Váyase, le digo!
Javier la
ve. Comprende que Adelfa está decidida. Entonces, tapándose el sexo con las
maracas, sale casi escurriéndose. Y cuando Javier ha salido, Adelfa ríe con
desprecio, una risa breve, casi para sí, Ve las cabecitas. Se pasa una mano por
la frente y mueve la cabeza preocupada.
ADELFA.-"¡Oh cielo riguroso, oh triste suerte
que tantas
muertes das con una muerte ...
(Autoburlona. Firme)
¡Pero ya
-que así nos tocó
somos
primero las dos!
Tensa va a
servirse una copa, cuando de pronto del fondo de la casa, surge un grito de
hombre, un grito doloroso que se apaga pronto.
Adelfa va hacia la puerta que
conduce al interior. De pronto, también del fondo, se oyen unas risas de
Fulvia, ahogadas. Las risas van acercándose. Aparece
Fulvia con unas enormes tijeras de jardinero. Ve a Adelfa y al tiempo que deja
de reír, le dice con tono casual.
FULVIA.-Ya
tenemos otro que achicar, pero a éste lo maté yo. Ya estamos a mano, Adelfa ...
(Sonriendo) · O si prefieres: más unidas.
Adelfa
asíente.
FULVIA.-Ayúdame Adelfa, ayúdame. Y a éste, por lo correoso, yo
creo que debemos "prepararlo" en la alacena.
ADELFA.-(Decidida) De acuerdo, pero colgado de un gancho,
como las carnes que guardamos ahí.
FULVIA.-(Feliz) ¡Vamos!
Adelfa la
abraza y salen. Al volverse de espaldas, Fulvia deja caer la piel de tigre que
cubría el cuerpo de Miguel.
TELÓN
ACTO III
Tarde. 6 P.
M. La fuente prendida pero normal, apacible, sin gran borbollón. Las Morales
están vestidas del diario y como de costumbre,
elegantemente.
Fulvia borda, Adelfa hace sus arreglos de
flores. De vez en vez observa de soslayo a su
hermana.
FULVIA.-Siquiera que ya comenzó a refrescar; se está poniendo
"cerziana" la tarde. A mediodía el calor era sofocante ... (Ve a Adelfa)
Te estoy hablando y parece que no me haces caso, tú.
ADELFA.-Sí
... que el calor está sofocante.
FULVIA.-¡Al
contrario! ¡Está refrescando! ¿Ves? ¿Dónde traes la cabeza?
ADELFA.-¿Cuál de ellas?
FULVIA.-La
tuya.
ADELFA.-Sí, claro ... I am sorry.
FULVIA.-¡Estás ida, "güerquita"!
ADELFA.-Creí que me preguntabas por las tres que volvimos a
usar.
FULVIA.-Es
la tuya la que no sé dónde anda ...
ADELFA.-Con
un cadáver en el ropero de mamá y otro en el de papá...
FULVIA.-¿Qué te preocupa? Ya se irán reduciendo hasta quedar
convertidos en dos muñecos. Y así cada una tendrá el suyo para cuando veamos
televisión.
ADELFA.-¿Y
cuando los echen de menos sus familiares?
FULVIA.-Lo
de menos sería descuartizarlos y meter sus pedazos al boiler e incinerarlos
rápido. O hacerlos picadillo y para no envenenar a nadie más... tirar todos los
días un poco de ellos por la coladera... pero como queremos conservarlos en
calidad de juguetes, pues ¿para qué destrozarlos desde ahora,
verdad?
ADELFA.-Claro ... ¿para qué? (Se ve que sigue
preocupada)
FULVIA.-Bueno, quizá enterrar cadáveres en el jardín sea un lugar
común, pero ... ¡es que necesitamos cuando menos un mes para que nos los
encuentren reconocibles! Digo, si es que queremos conservarlos ... y queremos
¿no?
ADELFA.-(Viéndola, después de una pausa) Sí, Rosa Fulvia ... queremos.
FULVIA.-Pues entonces voy a empezar a cavar ... y como siempre: nos
turnaremos también para esto. La palas y demás instrumentos están en el
invernadero ¿verdad?
ADELFA.-¡Espera! ¡El invernadero, claro ...
FULVIA.-¡Los ocultaremos ahí, dentro de esos sacos con abono
químico, como si estuvieran en sleeping bags!
ADELFA.-¡Eres verdaderamente genial, buki! (Pausa) Es que me
tenía muy preocupada eso del jardín, no sólo por lo de la policía ... sino por
el lugar común que eso es.
FULVIA.-¡Pues entonces, manos a la obra! Lo haremos por orden de
desaparición.
ADELFA.-Ándale, ahora te alcanzo.
Fulvia sale
rápida y entusiasmada. Adelfa se dirige a apagar el conmutador, cuando en esos
momentos le parece ver algo por la ventana que da a la calle y se detiene
sorprendida. Apaga la fuente, va a la ventana y la abre.
ADELFA.-¿Qué hace usted ahí? ¿Espiándonos?
Aparece
ahora en la ventana, Eliseo.
ELISEO.-¿Me
invita a pasar aunque sea tan temprano?
ADELFA.-No
sería la primera vez ¿no? Ya sabe que ésta es su casa ... y además, ya hasta
tiene las llaves.
ELISEO.-¿Qué
no se las devolvió anoche Javier?
ADELFA.-
(Después de una pausa) No... (Preocupada) ¿Él las
tiene?
ELISEO.-Creí que se las había devuelto. Como yo tuve que retirarme,
le encargué que ...
ADELFA.-
(Dándole otras) Pues en cuanto Fulvia las eche de menos, se lo diré. Tenga,
use las mías y entre de una vez.
ELISEO.-Sí,
señorita Adelfa ... (La ve) ¡No sabe, no se imagina lo que ha
sucedido!
ADELFA.-¡ Pues por eso! ¡Acabe de entrar de una vez!
Eliseo se retira rápido de la ventana. Adelfa se ve
cada vez más
preocupada. Se pasea de un lado a otro tratando de contenerse y disimular. Dice
para sí.
ELISEO.-¡Ay
Adelfa.. ! ¡Qué cosa! ¡Qué cosa, por Dios!
ADELFA.- (Controlándose) ¿A qué se refiere?
ELISEO.-Algún día tenía que ser... a pesar de lo que todos decían
...
ADELFA.-¿Todos? ¿Quienes?
ELISEO.-Las
gentes de aquí... incluidos mis amigos.
ADELFA.-A
todos les gusta calumniar... ya estoy enterada. ¿Y ahora, qué
dicen?
ELISEO.-¡Qué van a decir! ¡Sobre todo eso: qué van a
decir!
ADELFA.-(Tensa) ¿De ... nosotras...?
ELISEO.-¡
Por supuesto!
ADELFA.-(Sombría) Después de todo lo que ya me informó que
dicen ... no les va a extrañar mucho a las lenguas viperinas.
ELISEO.-¿No? Ya verá que sí.
ADFLFA.-Pues
sí ... claro, será como confirmar sus murmuraciones. "Las vampiras"
¿no?
ELISEO.-¡Tendrán que cambiar ese concepto por el verdaderamente
indicado!
ADELFA.-¿Gorgonas, hienas, arpías... ? O tal vez: "Las abominables
de los Cárpatos", "Las prófugas de Transilvania", "Las tías de Drácula", o más
claramente ...
ELISEO.-Las
sibilas, las musas ...
ADELFA.-(Desconcertada) ¿Cómo?
ELISEO.-¡Eso ... musas! ¡Mis musas! ¡Gané el primer premio de
cuento del concurso de la Siderúrgica! ¡Y precisamente con el que escribí
inspirándome en ustedes! (Le muestra un sobre) ¡Mire! ¡Acabo de recibir
este telegrama!
Adelfa,
conteniéndose, pasa progresivamente del asombro al alivio y luego, al
gusto.
ADELFA.-¡Eliseo ... ! ¿De veras? (E impulsivamente corre a
abrazarlo)
Va a
detenerse, cuando él, notando esto, va a ella y la abraza intensa y
efusivamente. Ambos se estrechan por un momento. Al separarse, se quedan
viendo, trémulos, suaves, evidentemente muy emocionados.
ELISEO.-
Adelfa ... ¿no es magnífico que ... aunque sea a los cuarenta años...me ... me
descubran como un "cuentista prometedor"...? (Sonríe satisfecho, se limpia
nerviosa y rápidamente las lágrimas) Y esto sucedió ... gracias a
ustedes dos ... y muy especialmente por usted, que me alentó siempre y ...
(La ve arrobado)
ADELFA.-(Sincera) De ninguna manera, Elíseo. Usted ganó por
sus propios méritos, porque ya ve que sí tiene talento.
ELISEO.-Sí
... eso dicen aquí ... (Ve el telegrama) Y esta es la prueba. Y ahora
... caray, ahora puedo empezar.... de veras empezar a pensar en serio que ...
¿Cómo decirle? ¿Recuerda "Las afinidades electivas" de Goethe ...
?
ADELFA.-Más
o menos, un tanto remotamente.
ELISEO.-Pues ... dados nuestros puntos de vista tan afines ... y
que los dos estamos solos ... y que ya no somos precisamente jóvenes ... ahora
puedo ofrecerle a usted, si no un porvenir sólido en cuanto a lo económico, sí
... digamos uno para compartir en él, todo lo que queremos de la vida ... Yo
...
Adelfa lo
ve. Comprende. Cambia.
ADELFA.-(Neutra) Se me está usted declarando, Elíseo.
ELISEO. Más
que eso: le estoy proponiendo ...que sea mi esposa.
Hay una
pausa entre ambos. Adelfa sigue conteniéndose, con visible
esfuerzo.
ADELFA.-
Esposa ... (Contenida) Gracias. Muchas gracias, Elíseo; pero no. Esa
proposición, viniendo de usted ... no puedo negarle que me halaga, pero
...
ELISEO.-
(Desolado) ¿Entonces ... ?'
ADELFA.-Pero mi respuesta es "no"... por muchas
razones ... y quizá la menos importante sea mi edad. No es eso; pero en parte
... porque ... digamos ... una proposición así, ya llega tarde a mi vida ...¿ve?
Sería como ese postre que una ha esperado tanto y cuando al fin nos lo traen
... ya no nos hace ilusión, de tanto como esperamos por él ... (Nerviosa)
No me haga caso ... Quiero encontrar las palabras para hablarle sinceramente
... como usted se merece. (No puede. Se le quiebra la voz y se le humedecen
los ojos. Se controla. Se repone) No puedo dejar sola a mi hermana ... y
cómo comprenderá, tampoco me parece conveniente -por ningún motivo- que usted y yo viviéramos con ella bajo el mismo
techo.
ELISEO.-Yo
tampoco quisiera. Aunque tengo pocos recursos, pero mi deseo es ponerle a usted
casa... para vivir juntos.
ADELFA.-Un
deseo muy natural, pero le repito: no estoy dispuesta a separarme nunca de mi
hermana.
ELISEO.-(Mirándola, desconfiado)
¿De su hermana... o del dinero a que están
habituadas?
ADELFA.- (Después de una pausa, seca) Puede tomarlo como mejor le parezca.
ELISEO.- (Mueve la cabeza, pero viendo con intensidad a Aldelfa, le
dice) ¿Es ... su última palabra?
Adelfa
asiente. Sigue luchando por mantenerse ecuánime,
aparentemente.
ELISEO.-Me... me hace usted trizas el corazón ...
ADELFA.-Usted que dice creer en las fuerzas mágicas... ¿no ve que
el cuento con el que inicia una nueva vida ... fue también como una premonición?
Como si hubiera usted descrito lo que le habría de suceder. ¿No se iba acaso su
poeta una vez que las hermanas lo habían inventado, cada una a su manera... para
seguir soñando?
ELISEO.-Sí
... de eso se trata mi cuento. Usted lo sabe. Y yo sé que además ... fue usted
la que sí se atrevió a soñar algo conmigo. ¡Usted, Adelfa! Por
eso
pensé
que...
ADELFA.-Como todo escritor, usted imagina cosas. No es cierto. Yo
nunca soñé nada en que usted fuera el motivo ...
Lo ve
haciendo visibles esfuerzos por mantenerse en su decisión, Elíseo trata de
acercarse a ella. Adelfa se retira en seguida y decidida, le
dice:
ADELFA.-Para mí ... usted es el menos atractivo de los hombres que
nos visitan. (Elíseo la ve profundamente dolido) Por lo mismo, y para que
ya dedique su imaginación a su trabajo ... no vuelva más por aquí. Le fuimos
útiles para inspirarle un cuento. No nos visite más. Tal vez repetiría usted la
historia y ahora, debe descubrir otras. . . "musas". ¡No vuelva más por aquí
... !
Elíseo la
ve desconcertado. No entiende. Trata de acercarse a ella. Se contiene. Le da las
llaves. La ve. Está emocionado, confuso, furioso.
ELISEO.-¿Por qué hace usted esto, Adelfa? ¿Por qué?
...
ADELFA.-Por
todo, pero especialmente para que ponga usted a salvo ... su
imaginación.
Se quedan viendo. El asiente con una profunda actitud
de derrota y sale.
Adelfa se contiene y luego asiente, como para afirmarse que hizo
bien.
ADELFA.-Siquiera que éste, se salve. (La asalta un sollozo)
¿Qué te pasa Adelfa? Control. Se supone que quien es fuerte no debe
llorar... y no sé por qué una acaba por aceptar que es cierto.
(Conteniéndose) No lo sé ... (Pese a todo se le ruedan unas lágrimas
que ella deja correr) Pero también en eso ya es tarde para preguntarse cosas
así ... como tantas otras supuestas verdades que una va aceptando... sólo porque
sí. (Ve el cuadro del padre) Tal vez... a ti papá te pasó lo mismo con tu
tiempo ¿verdad? Aceptaste que debías dedicarlo a hacer más y más dinero... y de
pronto, ya no tuvo sentido ni una cosa, ni otra. (Sonríe sarcástica) Hay
demasiadas ideas que no tienen sentido en esta vida ... y sin embargo, quién
sabe cómo. . . una va aceptándolas. (Se limpia las manos con gesto enérgico
de su mano) Debe ser por causa de lo que llaman "el sistema". (Sonríe
triste, apenas una exhalación) ¿Qué queda de mi vida? (Ve alrededor.
Acaricia sus frutas y flores de cera) Sí ... esto. Y así lo he aceptado y ya
no me interesa saber si tiene o no, algún sentido. (De pronto estruja entre
sus manos unas flores de cera, deshaciéndolas. Y tira de un manotazo las frutas.
Del fondo surge la voz de Fulvia que grita)
FULVIA.-(Voz) ¿Qué pasa, Adelfa? ¿Me vas a ayudar o no a
acarrear estos cuerpos?
Adelfa
recoge rápido flores y frutas; se limpia enérgica las lágrimas y
dice:
ADELFA.-(Firme) Ahí voy hermana ... ¡ahí voy!
Y conteniéndose sale.
OSCURO
La noche de
ese día. Semipenumbra debido a que sólo está prendida una lámpara y además,
cubierta con una mascada de seda. La fuente sin agua.
La puerta de entrada se abre y con grandes precauciones entra Javier,
caminando de puntas. Ve hacia todas partes. Revisa con cautela. Se asoma bajo el
sofá. Ve las botas. Rápido, las toma; luego, con iguales
o mayores precauciones, desaparece por la puerta del fondo izquierda y se
pierde por el pasillo. Silencio, apenas unos segundos, porque se oyen los pasos
de Adelfa y Fulvia que vienen por el otro pasillo y en seguida entran por la
puerta correspondiente a la derecha. Ambas se ven agotadas, despeinadas y sucias
de
Tierra. Entran limpiándose las manos con sus delicados
pañuelos de encaje
FULVIA.-¡Cómo pesaban, qué bárbaros!
ADELFA.-Debe ser por la cerveza que ingirieron a lo largo de su
vida, porque ya viste que de músculos, estaban más bien
fláccidos.
FULVIA.-¡Qué cosa inerme y fofa puede ser un hombre! ¡Qué
desilusión!
ADELFA.-Bueno. ten en cuenta que éstos, tanto como prototipos
masculinos siempre estuvieron muy lejos ... y además, ya en calidad de fiambres
...
FULVIA.-¿Serán así todos los hombres cuando
duermen?
ADELFA.-No
compares, porque éstos ya más bien parecen "caprichos" de
Goya.
FULVIA.-Un
par de adefesios, amarillentos y malolientes. (Transición) ¡Que en eso
termine una!
ADELFA.-Bueno, no todos. Estos seguramente agarraron ese color por
el curare.
FULVIA.-(Preocupada) Pero más o menos... en eso inerte y plomizo, acabaremos
todos.
ADELFA.-Pues.. . "Todo es vanidad de vanidades", ya se sabe. Y un
día: "Al polvo lo que es del polvo".
FULVIA.-"La
muerte es como la escoba".
ADELFA.-"Vivir... morir... apenas un suspiro".
FULVIA.-"La
vida no vale nada".
ADELFA.-"Es
una necia diligencia errada, es cadáver, es polvo, es sombra, es nada".
FULVIA.-¡Muerte que te quiero verde!
ADELFA.-Así
no es. Es: "verde", Cita bien a Federico.
FULVIA.-¡Yo
no me sé tantas poesías como tú!
ADELFA.-"¡Anda putilla del rubor helado!"
FULVIA.-(Mosqueada) Oye, ¿a quién le estás hablando?
ADELFA.-Yo
no ... sino José Gorostiza, a la muerte.
FULVIA.-¿Y
así la trata?
ADELFA.-Ajá.
FULVIA.-¡Vaya! ¡Pues qué igualado!
ADELFA.-Villaurrutia la trata con mayor altivez:
¿Qué será
muerte de ti,
cuando al
salir yo del mundo,
deshecho el
nudo profundo,
tengas que
salir de mí?"
FULVIA.-(Transíción) Adelfa ... nosotras ... un día también ...
ADELFA.-Desharemos ese nudo. ¿Has pensado cómo podría
ser?
FULVIA.-(Preocupada) Antes no ... nunca; pero desde que nos invadieron esos buitres
codiciosos... no duermo pensando en ello.
ADELFA.-(Conmovida) ¡Fulvia. . . "buki"! (Va
acariciaría)
FULVIA.-Y he
pensado en serio en la muerte, porque aunque siguiéramos deshaciéndonos de todos
que pretendieran invadirnos ... es intil ¿no? Tarde temprano, esto se
sabrá.
ADELFA.-(Alterada) ¿Por qué no nos dejan en paz
FULVIA.-Porque tenemos dinero y también. . (con todo esto lo he
pensado) porque somos como una especie de esas que sobreviven fuera de su
tiempo, Unas plantas parasitando un fósil, del que todavía, pretenden extraer
vida. (Pausa) Eso somos, Adelfa.
ADELFA.-
Peor ... porque otros han decidido que deben adueñarse de esas plantas, como si
fueran objetos de lucro... y nada más.
Hay un
silencio.
FULVIA.-(Después de una pausa) En fin ... siendo así ... ya no se trata sólo de defendernos
...
ADELFA.-No,
ya no... ni siquiera de sacarle todavía algún partido a esos remedos de vida o
de deseos... porque ya ... ¿qué caso tiene?
FULVIA.-(Queda pensativa) Tocamos fondo ¿verdad?
ADELFA.-Por
todo esto, por tales afanes... todo resulta tan siniestramente
divertido.
FULVIA.-Porque finalmente, ninguna locura es más grande que la
soledad que la produjo. 0, tal vez... seguir la soledad sea la
locura.
ADELFA.-Hazte loco como quieras o como puedas de todos modos no
escaparás de tu soledad.
FULVIA.-Más
que con la muerte.
ADELFA.-Sólo con la muerte.
Se oyen unos ruidos. Va a la cómoda y levanta un velo que cubre un
recipiente.
ADELFA.-Seguramente es Javier. Y está en la planta
alta.
FULVIA.-¿Cómo?
ADELFA.-Sí,
debe ser él. Se quedó con las llaves de la casa, tus llaves. Elíseo se las dejó
anoche ... por culpa mía. Y el bebesote este ha de andar
creyéndose
que es
detective.
FULVIA.-¿Ves? ¡Uno más! En fin, como están las cosas, a mí no me
importaría reducirlo. Al menos, para el desempate. ¿No crees? Estamos "uno a uno
(Se levanta decidida)
Adelfa ve
hacia arriba. Se oyen las pisadas de Javier. Entra Fulvia hay algo asumido en su
expresión Lleva en sus manos un frasco.
FULVIA.-(Tratando de sonar casual) Más vale tenerlas a mano. A Javier le encantan los "vampiros". ¿No? Así
que con el alcohol ... (Agita el frasco) Seguramente que soltarán más
pronto el veneno...
ADELFA.-
Sssshhh ... no vaya a oírte.
FULVIA.-(Bajando la voz) Tienes razón...
Va al
mueble aparador y mete ahí el frasco con las cabecitas.
ADELFA.-(Bajo) Fulvia ... ¿otro más?
FULVIA.-(Bajo) ¿Prefieres el escándalo y la
cárcel?
Pausa.
Adelfa niega.
FULVIA.-Tenemos que defendernos.
ADELFA.-(Firme) Hasta morir.
FULVIA.-
(Cambia) ¿Crees que con un -poco de agua encima, trabaje más rápido ese
fertilizante?
ADELFA.-(Que aun sigue en lo anterior)
¿Cuál?
FULVIA.-¡Cuál ha de ser! El de los sacos. (Y ahora, como la de
siempre, sonríe pícara y hace la mímica de los hombres metidos en los
sacos)
ADELFA.-(Entrando al juego) Bueno, eso dicen en la propaganda del abono :
FULVIA.-
Entonces, voy a regarlos un poco! y a esconderlos. (Y
sale)
Adelfa va a
ir hacia ella. De pronto se detiene. Ve algo en la otra área, al fondo: una
sombra que viene hacía la sala. Se detiene decidida; y viendo al cuadro, dice
casi para sí.
ADELFA.-Fulvia sabe lo que nos espera ... ¡Pero te juro papá, que
no la dejaré expuesta a eso!
Y en esos momentos entra Javier. Va hacía Adelfa y
le muestra las botas. Se ve seguro y
desafiante.
JAVIER.-Entré con estas llaves. (Se las enseña y se las guarda
otra vez)
ADELFA.-Ya
lo sé.
JAVIER.-Y
no pienso devolvérselas.
ADELFA.-También ya me lo imaginaba.
JAVIER.-Hasta que no vea claro ... (Le enseña otra vez las
botas)
ADELFA.-¿Sí? ¿Y en qué sentido?
JAVIER.-
Digamos... hasta que no vea otra vez a mis amigos, que ... ¡oh rarísima
casualidad! ... ahora son dos los que no aparecen. Aunque estén aquí las botas
que le presté a Miguel.
ADELFA.-¿Y?
¿Qué tiene de raro si se supone que ... ?
JAVIER.-Mire: ya telefoneé a los lugares que visitan cuando vamos
de parranda...... y hace ocho días que nadie sabe nada de Ernesto......tampoco
vieron por ahí a Miguel en toda la noche. Raro. ¿No?
ADELFA.-¿Qué usted lee muchas novelas policíacas?
JAVIER.-Más
bien trato con varios agentes de la procuraduría; ya sabe, las fotos para los
criminales.
ADELFA.-Cada quien tiene derecho a escoger sus
amistades.
JAVIER.-Pero ninguno para secuestrarlas ... (La ve
acusador)
ADELFA.-(Después de una pausa, controlándose) ¡Ay por favor! ... ¡No sea usted idiota!
JAVIER.-Bueno...supongamos que no los secuestraron ... De todos
modos la gente comenta... y habiendo desaparecido dos hombres aquí ... pienso
que ustedes necesitan de alguien que las proteja ...
ADELFA.-(Después de una pausa. Sorprendida. Burlona) ¿Usted?
JAVIER.-¿Por qué no?
ADELFA.-¿Y
cómo?
JAVIER.-Del
único modo correcto y adecuado a su posición: casándome con una de las dos ... y
quedándome a cuidar a la cuñada ... (Sonríe, se sienta en el sofá y se pone
las botas)
ADELFA.-Para sólo esas labores, no tendría que casarse
...
JAVIER.-(Sonriente) Incluimos las que ustedes
deseen.
ADELFA.-En
su caso, preferiría excluir las que usted está pensando; y siendo así, lo que
"sugirió" no me parece mala idea. Sería exactamente lo que los políticos llaman
un "guarura" ¿no?
JAVIER.-(Desconcertado) ¿Cómo?
ADELFA.-Un
guardaespaldas a sueldo. El "tipo" ya lo tiene usted y en cuanto al sueldo, creo
que también podríamos arreglarnos.
JAVIER.-¡Pero eso no fue lo que yo propuse!
ADELFA.-¡Cómo no! Yo sólo estoy siguiendo su idea ... ¿Le parece
bien 50,000 pesos al mes? Todo lo que tendría que hacer es vigilar la casa ...
se entiende, desde afuera ... y si está de acuerdo, podría empezar hoy mismo.
Usted dice: puedo darle un cheque en seguida.
JAVIER.-¡Un
momento! ¡Va usted muy de prisa y yo ... !
ADELFA.-¿Quiere o no el dinero?
JAVIER.-¡Quiero el dinero y además vivir con ustedes! ¿Ya? ¡Más
claro ni el agua! ¿Qué dice? Protección y compañía; pero ... en plan familiar.
Me caso con la que sea. Vea: no creo estar tan tirado a la calle ... y si me
compara con los otros dos que no aparecen ...
ADELFA.-(Víéndolo) Traté de darle un buen trabajo y
mantenerlo fuera de aquí, pero ... como es evidente que usted no tiene remedio
... lo mejor será que
intente
arreglarse con mi hermana.
JAVIER.-¿Por qué no? Seguramente ella sí verá qué es lo que más les
conviene.
FULVIA.-(Entrando) Por supuesto que ya lo vi ... y también oí su proposición, Javier. Y ni
hablar... aquí lo que hace falta es un hombre como
usted.
Javier sonríe vanidoso y calculador. Fulvia ve a
Adelfa con una sonrisa pícara y cómplice. Y ante esto, Adelfa sale con un gesto
de: "lo dejo en tus manos". Entonces rápida, Fulvia va hacia el
aparador, en tanto que dice a Javier, muy amable al tiempo
que sirve una copa del recipiente donde están las cabecitas cubiertas por un
velo.
FULVIA.-,-¿Un "vampiro"? ¿O es muy temprano?
JAVIER.-Sí.
FULVIA.-Entonces ... ¿tal vez un dulce de leche?
JAVIER.-Que
sí ... que deme un vampiro.
FULVIA.-Ah
vaya. Entonces, le prepararé uno especial.
En tanto
ella lo hace, Javier muy seguro de sí, se sienta de espaldas a Fulvia. Con toda
tranquilidad ella prepara rápida, el vampiro con el alcohol que saca del frasco
que contiene las cabecitas. Javier, en tanto, dice:
JAVIER.-Su
hermana es muy radical.
FULVIA.-Fíjese que yo soy más. (Y sonríe al darle la
bebida)
JAVIER.-Tal
vez, pero como todo, es cuestión de matices ... de grados. ¿Ve? (Bebe)
Usted puede tener una atención conmigo; su hermana ni siquiera me ofreció un
trago...
FULVIA.-¿Está bueno?
JAVIER.-¡
Perfecto! (Bebe más) ¡Pega que da gusto!
FULVIA.-Es
un tequila añejo... que guardamos en la bodega.
JAVIER.-¡Está regio! (Se lo acaba)
FULVIA.-¿Otro?
JAVIER.-¿Por qué no? (Se estira y dice en tanto Fulvia
prepara la otra copa) Casi que ya me siento como en mi casa atendido por mi
mujer... arrellanado cómodamente...En fin, lo que se dice: los placeres del
hogar... ¿Y usted no bebe?
FULVIA.-Para mí sí es demasiado temprano. Lo haré cuando ya pasemos
a cenar...
JAVIER.-No
me desprecie un traguito. (Le ofrece) Ándele... ya, como si fuéramos
marido y mujer...
FULVIA.-(Muy dueña de sí) Bueno... ¿porqué no?
JAVIER.-(Esperanzado) ¿Ah sí ? ¿No le molesta la idea?
FULVIA.-(Firme) La del traguito
JAVIER.-(Retozón y pícaro) Ah...yo decía ... la otra.
FULVIA.-Pues ... (Lo observa que no bebe)
JAVIER.-¿Duda? ¡Pues entonces si no hay de una, tampoco de la otra!
(Y bebe y se lo acaba)
FULVIA.-(Observándolo) Quítese esas ideas ... y también las
otras: aquí no tenemos secuestrados a sus amigos. ¿Cómo puede pensar así de dos
mujeres inermes que necesitan protección? (Le sonríe
coqueta)
JAVIER.-¿Entonces? ¿Dónde están?
FULVIA.-
(Le quita la copa) ¿De veras le gustaría verlos?
JAVIER.-¡Pos claro que sí! (Hipa) ¡Ah jijo ... qué fuerte me
retumbó el tequila ese! ¿Dónde están pues?
FULVIA.-Mejor tómese otro antes de verlos. (Se lo
prepara)
JAVIER.-¿Por qué?
FULVIA.-Pues ... por la impresión que se va a llevar
...
JAVIER.-¡Ah que! ¿Están dialtiro ... en el puro retozo?
FULVIA.-Más
bien en los puros retazos. (Le da la copa)
JAVIER.-¡Entonces sí andan por aquí!
(Bebe)
FULVIA.-Tanto como andar ...
JAVIER.-¡Acostadotes pues!
FULVIA.-Más
bien doblados...
JAVIER.-(Después de una pausa) De cansancio, claro.
(Bebe) ¡Con lo que los han de hacer rendir aquí!
FULVIA.-Pues... no de en balde nos dicen "las vampiras"... (Le
ve y ríe)
JAVIER.-¡Eso! ¡Usted sí es derecha y va al grano! ¡No se anda por
las ramas como su hermana, toda llena de pretensiones y melindres! ¡De plano!
¡Usted es la que me cuadra! (La abraza)
FULVIA.- (Quitándoselo de encima) Yo
creo que ahora sí ... ya está usted como ... para ir a reunirse con sus amigos.
JAVIER.-¿Y
dónde los encuentro, pues?
FULVIA.-Por
aquí. (Señala el pasillo) Derechito ...y hasta que llegue al
invernadero. Ahí los busca ...
JAVIER.-¡Ah
cabrestos "batos ¡Si ya me latía que tenían que estar aquí dándose la buena
vida! ¡Y ai les voy par de ases, pa' que formemos la tercia!
(Sale)
Fulvia cambia su expresión. Va a la caja que contiene el cuerpo
reducido de su padre. La toma y le dice:
FULVIA.-¿Lo
ves, papá? (Con gran ternura) Sí ... yo sé que tú como nosotras, piensas
que esto ... es un puro despeñarnos ... Puedes estar tranquilo, papá. Iremos a
reunirnos contigo. Y sabes que aunque no me lo hubieras dado a entender... jamás
dejaría a mi hermana aquí sola. ¿Será doloroso antes de que el cuerpo empiece a
encogerse? (Abre el libro, lee) Sí, dolores terribles y nosotras nunca
hemos conocido el dolor, ni físico. (Cierra el libro) Algún día tenía que
ser. Y ahora "daddy" ,a descansar para siempre. (Toma un frasquito) Con
unas gotas de Channel No. 5 y un cerillo (lo prende) eliminamos el
peligro de que sigas sufriendo al encogerte más. ¡incinerado, eso! Y en mi
cuarto esparciré al viento tus cenizas desde mi ventana. (Hace mutis
cantando, al tiempo que del reducido cadáver sale humo) "Humo en mis ojos,
cuando te fuiste...."
De pronto la fuente suelta un gran chorro, Pausa. Entra
trastabillando Javier, bajo los efectos avanzados de una especie de borrachera
aguda. Busca. Encuentra el conmutador. Apaga el chorro de la
fuente.
JAVIER.-¿Pos a qué horas lo prendí? ¿Y fui yo? ¿O se prendió solo?
¡Truquitos! ¡Están llenas de truquitos por toda la casa! ¡Su fuentecita con su
chorrote ... (Prende y apaga el chorro) que hacen chiquito ... o hacen
grandote! ¡Viejas maloras! ¿Cuál encontrará aquellos? ¿Cuál? ¡No hay un alma en
todo el fondo de la casa! (Ve las copas servidas. Las toma y bebe rápido,
una tras otra Eructa) ¡Hijos, qué patadón tiene este añejo! (Se
rasca la cabeza) ¡En el invernadero no hay más que puros sacos con abono
para jardín ... ¿o no me fijé bien? ¿O estarán esos ... atrás ... o abajo ... o
adentro? ¡Será mejor que revise hasta adentro de los sacos! (Hipa y sale. Al
hacerlo se vuelve a prender la fuente, entonces le da otro golpe y al hacerlo
prende entonces el juego de luces)
Por un
momento la escena queda con el chorro de agua y luces, adquiriendo una especie
de clima fantasmal.
Entra
Adelfa, vestida y maquillada como "la muerte catrina" y portando una charola con
comida. Va al conmutador.
ADELFA.-¿Qué raro? (Trata de apagarlo). No funciona
...(La fuente emite chorritos intermitentes) Lo golpearon ... No
creo que Fulvia hiciera esto a menos que... (Se preocupa. Oprime con más
energía. Ahora, con el agua y las luces, brota música: un concierto de arpa de
Vívaldi. Adelfa la oye) Así eran nuestras tardes ... Vivaldi ... y los
pájaros que venían a comer al jardín ... y Fulvia y yo platicando mientras
hacíamos nuestras labores. Y ahora ... ya no habrá más nada de todo esto ...
(Se emociona) Nada del mundo que creamos para nosotras solas ... (Ve
la fuente y los juegos de luces, oye !a música) Era ... algo realmente
hermoso ... ¡Pero se tiene que acabar! ¡Y hoy mismo¡ (Y decidida, arranca la
conexión. El agua, las luces y la música, cesan de inmediato)
Entonces
decidida, Adelfa toma el paquete de agujas de bordado de Fulvia y las impregna
con el líquido del frasco en tanto dice:
ADELFA.-Siempre que borda se da sus buenos piquetes ... y si los
jíbaros matan con sus flechas envenenadas... una aguja hará el mismo efecto ...
No voy a dejarla sola, papá. ¡Y que no me falte nada para asegurar su muerte
...! (Pausa) Cenaremos juntas por última vez.
Saca de su
bolsa una jeringa y la carga en el frasco. Va a la charola. Rápida, inyecta
todos los alimentos.
ADELFA.-La
sopa ... y el pan ... pronto. (Inyecta más) ¡Todo ... ! ¡Que cunda esto!
¡Que nos liquide! ¡Todo! ¡Todo! (Inyecta como posesa los alimentos y las
frutas. Oye pasos. Rápida, sirve las copas también con el liquido del frasco y
lo guarda) ¡Para el brindis! ... antes de cenar ... y también, mojados los
labios con esto ... (Se lo unta) ¡Dios! (Se contiene. Se crece.
Va a su sitio y toma sus frutas. El reloj da las nueve)
Entra Fulvia, lleva un atomizador en sus manos y viene vestida de
"Madame Butterfly".
ADELFA.-¿Y
ese traje?
FULVIA.-Un
toque a la "Madame Butterfiy". Me sentí de ese ánimo. (Transición) ¿Y tú?
¿Por qué te vestiste y maquillaste de calavera?
ADELFA.-En
homenaje a Posada.
FULVIA.-Todavía falta mucho para la Navidad.
ADELFA.-No,
la catrina es uno de los grabados más populares de ese
artista.
FULVIA.-¡Siempre me sorprendes con tu cultura! (Transición)
Mandé al imbécil ése de Javier a buscar en el invernadero. Como comprenderás
lo rellené de curare. (Ve las copas. Finge)-¡Que él reviente por allá
... y nosotras ... como siempre ... a lo que es nuestro! ¡Salud Adelfa! (Toma
su copa y le da la otra a su hermana)
ADELFA.-Salud darling. (La ve. La estudia) ¿El ánimo de
"Madame Butterfly" ... ?
FULVIA.-Sí
... (Tararea: "Un bel di vedremo")
Ambas se ven. Beben una y otra sin dejar de observarse.
Notamos que el alcohol con curare les arde, pero ambas se contienen, se
sobreponen a esto y siguen fingiendo. Luego que terminan sus copas, se ven, se
sonríen y fingiendo cotidianidad se dan un beso. Luego, sin dejar de verse y sonreírse, siempre con un tono casual, se
separan y cada una toma su lugar en la mesa.
ADELFA.-(Tendiéndole un pastelito) Prueba esto Como sé que te encantan con relleno de angulas te los hice
especiales.
FULVIA.-(Probándolo) Hum ... rico. (Extrae su atomizador
y dice) No me vayas a acusar de extravagante, pero... (Rocía toda la
comida rápida) esto le dará un aroma nuevo y diferente. ¡Ah ... surprise ...
ya verás! Tú pruébalo, anda.
Adelfa lo
hace.
ADELFA.-Qué
rico. Sí le sube el sabor ... Javier será el único que cuando se reduzca, de
veras parecerá un muñeco.
FULVIA.-DE
todas formas, sólo "parecerá" y eso de seguir con "apariencias"... ¡Nos hemos
pasado la vida "aparentándola"! (Comen)
ADELFA.-Pero con tanta voluntad ...que ... esa se volvió la
verdadera vida de las dos ¡De veras que si no hubiera sido por-la
mucha buena voluntad que una le ha dado a la otra ... !
FULVIA.-Hace años que estaríamos quién sabe en qué manicomio ... o
en qué frasco de alcohol ...
ADELFA.-Como dos ejemplares de museo: "Féminas, criminalis ...
vulgarís". (Ríe)
FULVIA.-Peor: soñadoras descontinuadas. (Ríe. Finge que
es un guía de museo) Nótense las ojeras invadiendo el rostro, síntoma de ese
su vicio pertinaz ...
ADELFA.-(Siguiendo el juego) Nótense las bocas
asombradas ... las miradas fijas en las visiones y
fantasmagorías.
FULVIA.-Los
cuerpos como ausentes ...
ADELFA.-Y
esa expresión tan típica de los seres habitados por duendes.
FULVIA.-(Sonríe) 0 por demonios ... frutos de soledad.
ADELFA.-Nótense cómo eran ... (Irónica) Porque son dos
ejemplares raros de una especie ya casi en extinción.
FULVIA.-Combatida hasta en su propia madriguera. (Sonríe
triste)
ADELFA.-Pero sobre todo: nótense dos productos derivados del sueño
del progreso ... porque fue ahí donde comenzó su historia. (Se contiene)
Pásame el pan.
Va a estirar la mano para recibirlo de Fulvia, cuando
en esos momentos, la mano se le queda encogida, al tiempo que su rostro se
crispa de dolor. Ve esto y ve a Fulvia.
Comprende.
Fulvia al ver su dolor, se levanta para ir hacia ella cuando en ese
momento se le encoge una pierna. A su vez, también su rostro se crispa de dolor.
Adelfa ve esto.
Fulvía llega cojeando a ella. Adelfa se levanta
y la toma en sus brazos. Al
hacerlo, ambas se abrazan intensamente y entonces sus cuerpos se encogen y
truenan un poco. Quedan así un momento, viéndose, comprendiendo y de pronto,
ambas comienzan a reír. Una risa mezcla de ternura y conciencia de lo irónico de
su situación.
ADELFA.-No
te iba a dejar sola, Buki.
FULVIA.-Ni
yo a ti. (Ambas se ven. Ríen) Güerquita.
ADELFA.-¡Te
quiero, "buki"!
FULVIA.-Lo
sé ... y yo también ... y mucho ...
ADELFA.-¿Me
perdonas?
FULVIA.-¿Y
tú a mí?
Ambas
asienten, sonríen, se les ruedan unas lágrimas, se abrazan. Al hacerlo, sus
cuerpos crujen más y los espasmos las van doblando y reduciendo. Al comenzar sus
cuerpos a empequeñecerse, tronar y soltar humo, se abrazan rápido, al mismo
tiempo que casi con voz de niñas, dicen:
LAS
DOS.-¡Ahí vamos, papá! ¡Ahí vamos!
Súbitamente, la fuente suelta un enorme chorro,
es tallan las luces de colores y la música
de Vivaldi. Ellas ven esto; sonríen y estrechan su abrazo sin dejar de
empequeñecerse, tronar y soltar humo, mientras la fuente, las luces y la música,
llegan al clímax.
TELÓN
NOTA:
Primero deberán salir a dar "las gracias" dos enanas vestidas tal como las
hermanas Morales, inmediatamente después, las actrices ... y luego la
Compañía.
Monterrey,
24 de abril. México, 8 de mayo, 1980.